Mis talentos ocultos

Todas las personas tienen al menos una habilidad especial, aunque sea echar cuentos y pegar mentiras. En serio, hay gente que se luce hasta con sus defectos.

Pero hoy no voy a explayarme en eso, sino más bien a mencionarles algunos de mis talentos, los cuales les aseguro que no son nada que pudieran imaginar:

* Desenredar cosas. Llámese cordones, collares, cables, audífonos o slinkys. En serio, si necesitan ayuda con cualquiera de estos artículos, llámenme. No solo soy buena desenmarañando las zapatillas de mis hijos, sino que me encanta hacerlo. Hay quienes se alteran, pero a mí me relaja. Siguiendo por esta línea, me voy a ir un nivel más arriba y decirles que hasta puedo desenredar situaciones. Cuando la gente en mi entorno tiene problemas, muchas veces vienen donde mí a pedirme consejo. ¡Estoy a la orden!

* El poder de rebotar. Así como lo leen. Soy como una bola de básquet, y cuando toco fondo, reboto. Este poder sí que lo amo. Cuando el cielo se pone oscuro, el panorama se torna negro y siento que todo se fue por un tubo, bum, voy en ascenso. Para ser sincera, no sé si esta es una facultad con la que nací o si es algo que desarrollé con los años, pero es muy útil en la vida.

* La facultad de no llenarme ni empalagarme. Esa habilidad en verdad no sirve de nada, a menos que engordar sea algo, pero hallo extraordinario que me puedo comer una paleta de cookies and cream en la tarde, una de café rellena de crema chantillí en la noche, y otra más de las de café un poco más tarde en la noche, como si fuera la primera vez que pruebo algo dulce en mi vida. Y después remato con un paquete de Nachitas con queso, sin pena ni asco. Creo que soy un fenómeno de la naturaleza. Tal vez este talento sirva para inscribirme en un concurso de quién come más hamburguesas, pero lamentablemente no soy muy fan de las hamburguesas.

* Sueño selectivo. Siempre me precio de que tengo la habilidad de apagar mi switch mental y dormir profunda y plácidamente. Pero mis hijos discrepan de mí. «¿¡Qué!?», me dijo uno el otro día. «No existe nadie con un sueño más ligero que tú». Esto fue porque la noche anterior los había regañado (les grité a todo pulmón en verdad. Parecía una endemoniada en pijama) porque me despertaron jugando Playstation.

Les expliqué que cuando uno recién se queda dormido, como fue mi caso esa noche, no ha alcanzado el nivel de profundidad en que sonidos de goles no lo despiertan. Así que el otro se metió a decirme: «Mami, no importa si entro a tu cuarto a las 2:00 a.m. a avisarte que llegué a la casa o a las 6:00 a.m. a decirte que me dejó el bus, yo solo susurro ‘mami’ y me contestas ‘¿qué?’ de modo instantáneo. Sueño profundo es el mío, que si me jalan la sábana y me echan agua, no me despierto”. Y en ese momento caí en la cuenta de que mi sueño es selectivo: si los vecinos tumban una pared, creo que no me doy por enterada, pero si estos pelaítos míos celebran un gol virtual desde el estudio de mi casa, ahí sí se formó el bololó.

En fin, esos son mis talentos. Me gustaría saber, ¿cuáles son los suyos?

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