Cada cosa en su momento

El otro día compré aguacates para echarlos en la ensalada, pero como aún estaban muy verdes, los dejé cerca de la ventana para dejarlos madurar. El detalle es que cuando fui a verlos, dos días después, ya se habían pasado y estaban demasiado aguados para ensalada, pero servían para hacer guacamole. Así que hicimos guacamole para acompañar tacos.

No les estoy contando esto para intercambiar recetas, sino para dejar de manifiesto un punto, que es que hay un momento para todo en la vida y es importante saberlo detectar para poder adaptarse a las circunstancias.

Parece obvio, pero por alguna razón esto elude a algunas personas. Veo niñas que quieren ser adultas y señoras que se creen quinceañeras. Pero no son solo las personas quienes están fuera de tiempo. A veces son las cosas y situaciones en nuestras vidas.

Negociaciones, relaciones y decisiones importantes, por ejemplo. Cuando era más joven, en la época que mi futuro era un cuaderno de dibujo en blanco, había un muchacho bien agradable y buen mozo que estaba tras de mí. Yo la verdad no estaba segura de si quería algo con él o no. Pero cuando finalmente decidí que sí me gustaba, resulta ser que el sujeto ya estaba saliendo con otra. ¿Ven? Hay que pensar las cosas, pero no demasiado.

Por eso digo que la frase “nunca es tarde para…” es falsa. A excepción de aprender algo nuevo (para eso siempre se está a tiempo), se hace tarde para todo lo demás: cenar, querer, perdonar, salir, despertar. Digamos “más vale tarde que nunca”, en todo caso.

Pero por otro lado, tampoco te puedes adelantar. Una vez me iba de viaje y necesitaba cambiar dólares a euros. Los cambié con bastante antelación para salir rápido de ese mandado, pero de haber esperado más, hubiera conseguido una mejor tasa.

Así pues, la vida es como un pastel (no sé qué me pasa hoy que todo lo estoy relacionando con comida). Cuando vas a preparar uno, puedes medir los ingredientes al gramo, seguir las instrucciones al pie de la letra, precalentar el horno justo a la temperatura correcta, batir la mezcla al punto en que de verdad parecen picos de nieve, y poner la bandeja en el horno. Pero si cometes la imprudencia de abrir el horno antes de tiempo, psssttt, el dulce se te va a flatear. Las cosas tienen su momento y no se pueden acelerar, pero recuerda que si esperas demasiado ¡se te pueden quemar!

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