Cuando el deber llama

En mi trabajo me gusta conocer gente nueva y escuchar sus historias. De vez en cuando me emociono, como en esta ocasión, y termino en calle 13, cerca de El Chorrillo, pintando un muro con grafiti.

Les explico: muchas veces, cuando ando manejando por ahí, encuentro mensajes pintorreteados en paredes de la ciudad. “Bórrame a besos”, “¿Qué es peor que la muerte? El olvido” y “No sabía lo mucho que te quería”, son algunos de ellos. La curiosidad me empujó a averiguar quién podía ser la mano tras esos mensajes, y preguntando llegué donde Alfredo Belda, pintor callejero y gestor cultural. Al principio no quería que lo entrevistara porque no estaba dispuesto a dejarse fotografiar. Pero la terquedad rindió frutos y accedió. Lo mejor de todo es que me invitó a pintar un muro con él. Bueno, para ser sincera, me dijo que podía acompañarlo mientras él pintaba uno, pero como que terminé invitándome a hacer el mío.

La noche antes no podía dormir tratando de decidir qué iba a escribir. Tenía que ser algo profundo, poético, que significara algo para quien lo leyera. Le mandé por chat mis ideas a Alfredo para que opinara de ellas: ‘la estupidez es una enfermedad’, ‘uso mi corona invisible’ y ‘no siembres en el desierto’. Me dijo “Sarita, el movimiento que nos inspira se llama ‘acción poética’, no ‘acción frases”.

Él tiene otro verso famoso que dice “Huye conmigo, yo soy el viento”. Así que le pregunté qué tal si escribo “Huye conmigo. Punto.”, porque amo esa frase, algún día me gustaría decírsela a alguien, pero reconozco que no soy el viento, ni cerca. Por eso el ‘punto’. Tampoco le gustó esa idea.

El día de nuestra cita nos encontramos en la plaza Herrera, y de ahí nos fuimos en su carro a Santa Ana, donde nos esperaba un enorme muro pelado.
Juntos lo cubrimos con una capa de pintura blanca, mientras él me relataba su historia. Luego, con su lata de pintura aerosol trazó: “Soy el presidente de la república fresca de tu gracia. Rubricaré un decreto prohibiendo que te miren”. Todo iba bien hasta que salió un borrachito del bar de enfrente, con la intención de darnos una clase de español. “¡Hey! Esoo ta’ mal escrito”, exclamó. ¿Cómo así?, preguntó Belda, y el borrachito balbuceó que es “publicaré” y no “rubricaré”. Los dos se pusieron a intercambiar palabras, y hasta ahí la situación era jocosa, pero me puse nerviosa cuando salieron del bar los amigos del borrachín (también pasados en tragos, valga señalar que un martes a las 5:00 de la tarde). Uno decía que debía ser “publicaré”, el otro decía que es “lubricaré” (¿para qué alguien lubricaría un decreto?) y Belda campante les dijo que si no les gustaba el poema, que se fueran ellos a escribir el suyo. Ahí ya mis ojos estaban buscando frenéticamente si había policías cerca, porque ya visualizaba una escalada de hostilidades. Le susurré a la fotógrafa “Jihan, ¡tengo miedo!”, y ella de lo más serena me hace señas de ‘tranquila, no pasa nada’, pero yo estaba imaginando la noticia en primera plana del día siguiente “Periodistas de La Prensa víctimas en balacera por pelea ortográfica en El Chorrillo”. Afortunadamente, después de discutir y vociferar un poco más, los borrachitos desistieron y se fueron.

En cuanto a mi muro, a último minuto me llegó un flash de inspiración y puse “Y yo aquí sembrando rosas en el desierto”, una frase poética que refleja cómo me siento muchas veces y la cual espero que resuene en los transeúntes que se topen con ella.

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Un comentario

  1. Muy linda la frase, me encantó! es profunda, con un sentido inspirador de perseverancia sin embargo la analizo en lo más profundo y la siento algo triste….va en dos, tres y hasta cuatro sentidos si le buscamos la profundidad…me encanto!

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