el café con teclas
Raza humana, abre los ojos
Gente, no se han dado cuenta, pero las máquinas nos están dominando y sometiendo. ¿De qué otra manera podemos explicar aplicaciones como Snapchat?
Les digo, entre mis cuentas personales y las de trabajo, hoy por hoy manejo dos de Facebook, tres de Instagram y una de Twitter que tengo un poco abandonada.
Pensaba que no tenía la capacidad para administrar tantas redes a la vez, pero sentía que me estaba perdiendo de algo. Así que hace unos meses descargué Snapchat para no quedarme atrás, y les digo que apenas lo hice sentí que mi coeficiente intelectual decreció por 20 puntos.
¿No lo han visto? Fotos de personas con orejas de perro sacando la lengua; con casco de vikingo congeladas; estornudando monedas; con cara de tomate; rebanadas de pan; alienígenas; mutaciones y montones de otros filtros ad nauseam.
No hay una forma delicada de decir esto, así que lo digo tal cual: nos estamos embruteciendo. Tanto, que extraño los días en que lo más fastidioso de entrar a las redes sociales era ver una foto del desayuno ajeno. Pero ahora, ¡horror! Puedes ver una crónica minuciosa de cada cosa que hacen los demás. Algunas relevantes, pero la mayoría totalmente intrascendentes. Me preguntarán, si lo encuentro tan banal, ¿para qué uso Snapchat y sigo de vidajena? (Y lo más importante, ¿para qué sigo posteando cosas yo misma?). Pues la respuesta es ¡no sé! Y justo cuando pensaba que no hay nada más aburrido que ver selfies/snaps de conocidos trotando por ahí, me sorprendo viendo los hijos —y hasta mascotas— ajenos con cara de abeja, echando fuego por la boca, florecitas en la cabeza y/o corazones en los ojos.
Lo malo no es usarlo, porque es chistoso experimentar con los mentados filtros. Las paredes de mi cuarto son testigos de lo mucho que me río sola cuando uso Snapchat. Pero ¿cuándo empezó a parecernos una idea buena/graciosa/o ligeramente interesante mostrárselo a los demás? Así que ahora hemos llegado a un nivel en que no solo compartimos en redes a donde fuimos, lo que hacemos, comemos, decimos y más, sino que también las tonterías en que malgastamos nuestro tiempo (y no estoy juzgando a nadie, ¡porque me incluyo!).
Pero la cosa sigue. Cuando parecía que ya habíamos tocado fondo, aparece lo que simula obra del demonio con Pokémon Go. Y ahora sí creo que hasta los extraterrestres se compadecen de nuestra “vida inteligente”.
Hay adultos (por el amor del cielo) cayéndose por barrancos y estrellándose contra árboles, buscando Pikachús. Parecen poseídos, en serio. Y con ese juego, hasta el sentido común se fue de vacaciones. Leí que algunas personas andan cazando muñecos virtuales en sitios tan improbables como casas ajenas, museos solemnes y hasta cementerios.
Les digo, miles de años de evolución humana para estar ahora cazando Pikachús.
De verdad es absurdo a los niveles de exageración a los que ha llegado la humanidad, Seriamente ya parecemos Zombies. Yo no uso el tweeter, prñacticamente nada el instabram y 0 snapchat y mucho menos el pokemongo o como se llame,……
Tus conclusiones .,claras., reales y sobre todo que haces conciencia de lo que estamos perdiendo con la tecnología mal dirigida ,,pues estamos dejando de lado los buenos modales ,,la cortesía y los verdaderos valores ….felicitaciones .,me encantan tus evaluaciones y la forma en que manejas las mismas …..