el café con teclas
¿Game of what?
Lo confieso. Nunca he visto Game of Thrones. En serio. Ni un solo capítulo. No tengo idea de qué se trata, pero conozco personas que no salían de su casa los domingos en la noche para no perderse un episodio nuevo.
Tampoco he visto Breaking bad, Downton Abbey, Scandal, House of cards ni Velvet. Con esta última, tengo una amiga que estuvo tan adicta, que tenía que regresar a su casa por las tardes a verla, y en las noches, cuando el marido se dormía, se tapaba con la sábana y la seguía viendo en su celular. Pero yo no he encontrado ninguna serie que me enganche. Hace unos años empecé a ver Revenge pero me aburrí, y Orange is the new black y me dio asco. ¡Puaj! Así que decidí irme por lo seguro y ahora mismo estoy terminando de ver (de nuevo) Friends. Esta puede ser la quinta vez que veo la serie completa, y me río con cada capítulo como si fuera la primera vez que escucho a Phoebe cantando Smelly Cat o a Ross asegurando “We were on a break!”.
Amo Friends. Es la mejor serie que ha existido y fue parte de mi vida los 10 años que duró, y más allá. Siempre quise ser una Rachel, pero creo que tengo más de Phoebe. De Mónica nada. A todos, todos los amo. A Joey y Chandler también, aunque si pudiera escoger, me quedo con Ross. A estos personajes los conozco como si fueran amigos míos. Lástima que son de ficción y no existen.
Cómo extraño los martes de 1995, cuando me reservaba la TV de mi casa y me plantaba frente a ella a ver un maratón de comedias. Single guy, The Naked Truth, The Nanny, Seinfeld son algunas más de las que recuerdo. Creo que eran apodados martes de calabaza, del canal Sony. Todavía puedo cantar el jingle que apareció unos años después con las series nuevas: “Conrad Bloom, Felicity, The Net, King of Queens, That 70’s show, Will and Grace, Costello, Everybody loves Raymond, Trinity, Fantasy Island, The Love Boat!”. Aunque la mayoría de estas series pasaron sin pena ni gloria, el jingle sigue sonando en mi cabeza.
En ese entonces los cambios comerciales eran bienvenidos para ir a buscar munchies a la cocina, usar el teléfono o ir al baño; no como ahora que no hay paciencia y hay que meterle fast forward a todo o te desesperas.
La cosa es que cuando anunciaron la última temporada de Friends fue horrible, y después del capítulo final sentí que quedé huérfana de series.
Pasé por la fase de Grey’s Anatomy, pero dejé de verla. Digo, ¡qué hospital tan salado! Todas las calamidades que existen bajo el sol ocurrían en el Seattle Grace, incluyendo, pero sin limitarse a accidentes, enfermedades y atentados terroristas. Trabajar ahí es prácticamente una sentencia de muerte.
Cuando me suscribí a Netflix pensé ¡qué chévere! De seguro iba a encontrar algo bueno para ver. Qué risa, pues que todavía sigo viendo Friends.