el café con teclas
Ahora todo tiene sentido…
Hasta la semana pasada había cosas que mis hijos hacían que me sacaban de mis casillas. ¡Pero ya entendí! Acabo de captar la razón, y es que ellos creen que tengo superpoderes y eso me hace sentir como la Mujer Maravilla. ¡Wow!
Estas son algunas de las facultades y posesiones que mis hijos (erradamente) me atribuyen:
• Oídos estereofónicos: La mayoría de las veces en que me estoy bañando, viene alguien a tocarme la puerta. “¡No escucho!”, grito hacia afuera. Pero insisten, y lo único que oigo por encima del chorro de agua a máxima presión, las puertas de vidrio templado y la música que siempre tengo a todo volumen es un “Maaa, ¡djdhage fiye siehsid, dudueie!”. Cada vez; ¡no falla! Les he tratado de explicar que tienen que esperar a que salga del baño para hablarme, pero llegué a la conclusión de que piensan que no quiero revelar mi verdadera identidad y estoy fingiendo que tengo una audición normal, porque insisten.
• Batimóvil o nave flamígera: “Mami, ve más rápido”, me dicen cuando voy manejando, como si mi carro también tuviera poderes especiales, tipo alas escondidas para elevarse por encima de los 4,537 carros frente a nosotros en el tráfico. Piensan eso o que el carro tiene rayos fotónicos para perforar y atravesar a los demás y así poder pasar…
• Teletransportación: “Mami, por fa ven a buscarme”, me llama un hijo desde X lugar. Le digo que OK; que voy para allá. No han pasado ni cinco minutos, no he terminado de buscar mi cartera ni de ponerme los zapatos, y ya me están chateando para saber dónde estoy y por qué no he llegado.
• Toque de Midas: Nada de lo que toco se convierte en oro, pero ellos creen que sí lo transformo en plata, de aquella que viene en forma de billetes. “Mami, me das plata para ir a cenar con mis amigos; mami, necesito plata para pagarle el profesor de basket; mami, me das plata para comprar un helado; mami, necesito desodorante”… O piensan que fabrico plata, o mínimo están creyendo que tengo un cajero Clave portátil adentro de mi cartera.
• Varita mágica. Aquí entran todas esas cosas random que te piden a todas horas y deshoras. “Mami, ¿tienes clipsadora, curitas, chocolates, mamparas, tarjetas iTunes, el número de teléfono de la mamá de fulanito, el temario del examen de biología, el secreto de la felicidad perpetua?”. Eso último lo acabo de inventar, pero todo lo demás sí me lo han pedido.
• Autosanación. Como cuando te pasan por encima de tu dedito del pie con la patineta y alarmados te preguntan “¿estás bien?”. ¡No, no estoy bien! Estoy llorando lágrimas mudas por dentro. O cuando estás regada en tu cama medio moribunda con catarro y te piden que los lleves a pasear.
A pesar de que soy una persona común y corriente y me considero una mamá promedio (de hecho, un poco refunfuñona), en el fondo me halaga que mis hijos consideren que tengo esta sarta de habilidades extraordinarias. ¿Será que los saco de su error?