el café con teclas
Así se escribe una columna
Les voy a confesar algo. Tengo un miedo continuo de quedarme sin cosas que escribir. No crean. En más de una ocasión he estado con la mente absolutamente en blanco, hasta el último minuto, y justo cuando creo que van a tener que meterle un relleno a esta página y que voy a tener que quitarme el título de “columnista” de mi perfil de Facebook, ahí abajito de donde dice “ocupación”, ¡pum!, me pasa algo o se me prende el bombillo.
El otro día me sucedió algo bien gracioso. Fui a dar un pésame (esa no es la parte que da risa), y una señora que estaba ahí se presentó y me dijo que le encanta esta columna (ejem, ejem, gracias). Pero lo chistoso es que después exclamó “¡A ti sí te pasan cosas!”. ¡Y no! En verdad no me pasa nada extraordinario que no le ocurra al resto de la humanidad. Todos conocemos a alguien que nos roba una sonrisa, todos nos topamos con gente que nos altera, la mayoría tenemos hijos inventores, a nadie le gusta la injusticia ni que se nos dañe el aire del cuarto, ni los martinelli de $1, ni pelear con la tecnología, todos tenemos cumpleaños (aunque a algunos no les guste celebrarlos) y casi ninguno de nosotros sabe manejar en una rotonda.
La cosa es que ando siempre con los ojos abiertos, las orejas peladas y el motor cerebral andando, a ver qué se me ocurre o de qué puedo escribir.
En otras ocasiones también puedo agradecerle a las personas que me agarran aleatoriamente para darme ideas y sugerencias. “Deberías escribir de los viajes que se van a hacer en el futuro a Marte”, me dijo una. “Por qué no escribes de cuando se te mete una pestaña en el ojo”, me dijo otra. Como ven, algunas ideas son buenas, otras no tanto, pero gracias a todos.
Por otra parte, es casi imposible estar en un ambiente social, reunida con familia, amigas o quien sea, charlando de algún tema, y que en un momento dado alguien que se cree muy ingenioso no bromee y me diga riéndose, como si fuera la primera vez que lo escucho: “Jajaja, puedes escribir de esto en tu columna”…
Siempre me ha gustado escribir, pero esto de aquí lo empecé en mi página de Facebook de manera esporádica. Y la gente me sugería que escribiera una columna, pero me daba terror porque hay que ser muy disciplinado para hacerlo de manera fija. Y me ponía a sacar el cálculo: en un año debo escribir 52 columnas. En dos, 104. Y si aspiro a hacerlo a largo plazo como mis estimadas Julieta y Roxana, serían más de 500 en un lapso de 10 años. Y, en serio, ¿de qué 500 cosas puedo yo posiblemente hablar?
Pero bueno, di el paso y tres años después, aquí estoy.