el café con teclas
¿Qué tal si aprendemos a nadar?
Muchas veces había escuchado una frase que dice que “del cielo llega el remedio antes que la enfermedad”. Hasta hace unos años no estaba segura exactamente de qué significaba eso, pues obviamente no se refiere a que te llegue una cajita de Panadol a la puerta de tu casa antes de que te dé fiebre o rompehueso.
Pues sabrán que la vida no me dejó con las ganas de entender y descubrí que de alguna forma u otra pone al alcance de nuestras manos, si no la solución, al menos el aliciente, antes de que se manifieste un problema. Y déjenme decirles que no me quedó la menor duda de eso.
En esta columna usualmente comparto cositas que he recogido por aquí y por allá, anécdotas graciosas y reflexiones varias. Pero en esta ocasión quiero contarles que en 1997 renuncié a un trabajo que me encantaba para iniciar un proyecto de vida llamado “matrimonio”. Pues qué les parece que 17 años después recibí una llamada con una oferta laboral la semana anterior a que dicho proyecto colapsara de manera definitiva y estrepitosa.
Como ven, mi matrimonio se fue al traste. Fue difícil, fue doloroso; tener un trabajo no resolvió mi problema, pero sí me dio un objetivo, una misión y una alternativa a quedarme en mi casa lamentándome, que probablemente es lo que hubiera hecho de no haber tenido algo más productivo a lo que dedicar mi esfuerzo mental y energía.
Este es solo un ejemplo. Hablo de mi propia experiencia cuando digo que del cielo me han mandado flotadores antes de tirarme a los momentos más escabrosos de mi vida. Algo así como “nada, pero no te ahogues”. Y es algo que agradezco, porque he llegado al otro lado viva, y fortalecida. Estoy segura de que este es el caso de todos, pero lo que ocurre es que a veces estamos tan enfocados en el problema, que perdemos de vista lo demás.
Pero la razón por la cual escribo esto es que me he dado cuenta de algo, un detalle que debemos recordar.
Los remedios (llámese relaciones pasajeras, trabajos, pasatiempos o medicamentos) tienen efectos secundarios y hay que usarlos sin abusar. Y dependiendo de qué se trate, también es necesario descontinuar su uso cuando ya no los necesitamos más.
Y así pues, aunque breve, ese fue el café de esta semana.