‘Permiso a mi esposo’

Fue una solicitud como muchas otras que hago en mi día a día. Llamé a una persona a quien me interesaba entrevistar. Una chica joven y muy cordial. Cuando le plantee el motivo de mi llamada me dio las gracias por considerarla y añadió: “Por mí no tengo problema, pero déjame preguntarle a mi esposo”.

Quedé un poco perpleja. El objetivo de la entrevista era que me hablara del negocio que había montado, un emprendimiento muy coqueto, y que nos permitiera retratar su espacio de trabajo. No es que el esposo fuera su mánager ni nada parecido. El negocio era independiente de cualquier vínculo que ella tuviera con él. No eran socios, ni trabajaban juntos, y de hecho ella se dedicaba a lo suyo desde mucho antes de casarse.

Obvio que no me voy a meter en lo que no me importa, así que no cuestioné su decisión, incluso cuando al día siguiente me llamó para declinar gentilmente mi propuesta. Solo le pregunté por qué había rechazado la entrevista, y a modo de respuesta me dijo: “mi esposo no me dejó”.

Quedé aturdida. No voy a usar esta página para impulsar la insurrección de las esposas, aunque ahora que lo pienso, ¡sería una buena idea!

Vivimos en el siglo XXI, y aunque la nuestra es una sociedad machista, tampoco es que estamos en Arabia Saudita.
¿Cómo podemos aspirar a surgir como una sociedad moderna y de igualdad, cuando todavía hay mujeres profesionales, exitosas y ADULTAS, pidiéndole permiso a sus maridos para hacer cosas?

En serio no lo entiendo. Tantas mujeres luchando por equidad en salario, trato y oportunidades, y me topo con una que le pide permiso al marido para dar a conocer el trabajo en el que se destaca. Sé que no a todo el mundo le gusta salir en una revista, y hubiera entendido si ese hubiera sido el motivo detrás de la decisión de ella, pero ese no fue el caso.

Tristemente, este no es un ejemplo aislado. También conozco a una mujer, hecha y derecha, que nunca completó sus estudios universitarios. Ahora que sus hijos están más grandes, estaba explorando la posibilidad de ir tras su tan deseado título. No lo hizo porque el esposo, preocupado que desatendiera la casa (y seguramente a él) tampoco la dejó.

No se confundan. Creo en el matrimonio, pero mi ideal es una pareja en que la relación sea de socios, no de jefe y subordinada.

Tampoco estoy diciendo que una mujer deba imponerse y hacer lo que le da la gana. Un poco de sensatez te lleva muy lejos en el camino de la armonía y convivencia pacífica. Un matrimonio es una calle de dos vías, y si fuera el caso contrario, sé que me gustaría y apreciaría mucho que me consultaran a mí las cosas.

Creo que tomar en consideración el punto de vista de la persona que amas es señal de respeto y demuestra que su opinión vale. Seguro que saldrán desavenencias, pero para eso existe hablar, ponerse de acuerdo, y de ser necesario, negociar.

Consultar, pedir consejos y dialogar, sí. Pedir permiso, no.

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