el café con teclas
Qué Rico es Comer
El otro día leí en Instagram una sabia frase atribuída a Karl Lagerfeld, el icónico diseñador de la casa Chanel. No fue algo revolucionario ni trascendental, pero dijo que la moda es la motivación más saludable para perder peso. ¡Tiene razón! Creo que para la mayoría de las mujeres comunes, la pasión por la moda logra algo que no puede más nada: motivarnos a adelgazar. Ojo, dije MOTIVAR, que no es lo mismo que hacer el esfuerzo y lograrlo. Pero algo es algo. Digo, ¿quién no quiere verse bien en un skinny jean?
Pero hacer dieta es un tormento. Comer es tan sabroso. Hay pocos placeres en la vida a los que uno puede sucumbir sin tener miedo de terminar borracho, en problemas o preso. Los carbohidratos en especial… Mmmm, qué ricos. Privarse de ellos es la manera más efectiva de perder peso, pero también la más cruel. Por lo menos para mí, es un trauma. Mi universo entero gira en torno al pan, galletas y chocolates, y cuando dejo de comerlos, puedo jurar que así se sienten los adictos, cuando los mandan a esos centros de rehabilitación con colchonetas en las paredes.
Siempre empiezo la dieta motivada, dispuesta a hacer lo que sea por perder un par de libritas necias. El primer día, todo va bien, hasta que comienza a dolerme un poquito la cabeza. Así que por lo usual me duermo temprano, para librarme del estrés de seguir pensando en el hambre que tengo y en qué hay de rico para merendar en la despensa. Al día siguiente, la cosa se pone más difícil. Me cuesta concentrarme, me pongo irritable, malgeniada, cascarabias, y que nadie se meta conmigo, porque no respondo. (Aunque en el fondo pienso, «No importa. ¡Valdrá la pena!»).
Pero al tercer día comienza el verdadero reto, cuando además de todo, tengo que lidiar con las voces que debaten en mi cabeza, algo así:
– «Ay, qué daría por comerme un chocolate», piensa una parte de mí.
– «No puedo; estoy a dieta», contesta la otra.
– ¡Pero me hace falta el azúcar! No puedo ni pensar… ¿De qué sirve estar flaca si voy a quedar regada en el piso?
– Solo son 10 días. ¡Aguanta! Además recuerda todo lo que tragaste la semana pasada…
– OK, pero solo voy a comer un vasito de cereal…
– ¡No! Si rompo la dieta un poquito, la voy a romper toda.
– ¿Será que me como una manzana?
– Recuerda el jean que parece de cuero, que hace tiempo no usas porque te aprieta…
– Verdad… Aunque no estoy tan mal para la edad y los hijos que tengo.
– Bueno, ¿pero no te quieres ver mejor?
Así se prolonga la discusión por días, y esas voces no se callan, hasta que pase una de dos cosas: que rompa la dieta o adelgace. (Si tengo suerte, habré adelgazado algo, antes de romperla…).
Pero a final de cuentas, la vida es corta y los placeres son pocos. Siempre digo que otro día empiezo la dieta. Y mientras, no hay problema, que para eso fueron inventados los Spanx.
Sarita, así mismo pasamos todas….pero recuerda o siempre te he dicho :»comer es un placer corto, que dura poco tiempo, pero verse bien y estrenar todas la ropa linda de tu sueño es un placer continuo y muy satisfactorio…»love U…Mam
Sus atrticulos me inspiran y me identifico con todo lo que escribe. Siga así!
Sarita te felicito!! Me encantaron todos los artículos, estan muy interesantes!! Suerte ,Love u..
Acabei de amamentar e o bebe dormiu. Pensei: agora êh minha vez! Peguei o iPad , galhetas de chocolate com coco e deitei na cama !!! Entrei no seu blog e enquanto comia feliz me deparei com seu artigo!!!! Q loucura!!!! Parei de comer as bolachas e pensei: preciso entrar nas minhas roupas novamente! Pensei de novo , comi as outras galetas e vou dormir feliz até a próxima mamada!
Gracias a todos por sus comentarios.
Marcela, tú puedes! 🙂