el café con teclas
La inquisición en las redes sociales
(Y LA PSICOLOGÍA TRAS DE ELLA).
Shakira y Piqué se han separado. Es triste cada vez que cae el telón sobre una relación longeva y que parecía sólida. Aún más cuando hay hijos pequeños. Lamentablemente, la disolución de las uniones sentimentales es algo común, por lo que no entiendo la relevancia que se le ha dado a esta noticia alrededor del mundo.
Una peculiaridad de nuestros tiempos es que ningún tema se libra del escrutinio en redes. Instagram es como el tubo de una aspiradora: lo acercas un poquito a algo y se lo traga entero, perdiéndose en sus oscuras entrañas.
Admito que busqué el video de Henry Cavill y lo vi al menos 12 veces. También me fijé si Chris Evans sigue a Shakira. Descubrí que ella sigue a los dos.
Ya que estaba en la cuenta de Shakira, busqué las fotos en que salía con Piqué. Me puse a leer los comentarios, que estaban en español, inglés, turco, ruso y árabe. Como expresó alguien, la gente chismosea en todos los idiomas.
Quedé perpleja con la cantidad y variedad de comentarios. Por un lado, el montón dictaminando que Shakira DEBE borrar todas sus fotos con Piqué. Por otro, la que dijo: “Es difícil borrar los recuerdos bonitos… pronto lo harás”.
Encontré palabras de consuelo: “¡No fueron años perdidos! De ese amor nació lo más bello que tiene: sus bellos hijos”.
Otras de aliento: “Luchen por su familia. Si en verdad hay ese amor de 12 años, no se puede acabar de la noche a la mañana. Váyanse de viaje solos. ¡Recapaciten!”.
Consejos prácticos: “Todos los hombres hacen esas marranadas. No se tire a la ligera, tenga paciencia”.
Y no podía faltar la que parece la mejor amiga, solo que ni siquiera se conocen: «Se veían tan lindos juntos, pero él lo arruinó. Te quitó tu sonrisa y dañó la relación… queremos ser libres y amadas, no cachoneadas y dejadas… él no te merece y punto”.
Ya que Piqué fue etiquetado, me fui allá a ver lo que acontecía de su lado. Digamos que no está en la lista de favoritos de nadie.
“Destruiste la infancia de tus hijos, y eso lo llevarás presente TODA LA VIDA”, acusó una. “¡Le rompiste el corazón!”. “Después de semejante embarrada, por favor déjale los niños a la Shaki, usted puede viajar a verlos, bueno, si es que las fiestas y las mujeres lo permiten”. “I’m waiting for my Shakira to stop following you, scoundrel” (estoy esperando que mi Shakira deje de seguirte, sabandija), dijeron otros.
Cuando me di de cuenta, ya tenía una hora nadando en la lama ajena, algo que me puso a pensar, ¿por qué las desdichas ajenas nos enganchan de esta manera?
Me puse a investigar, y hay una explicación anclada en las emociones humanas. Al igual que cuando ocurre un accidente, es normal sentir curiosidad -y remordimiento- por ese interés. Al parecer, es una forma que tenemos de explorar aquellas cosas incontrolables que tememos, desde un terreno en el que sí estamos en control.
Y así comprendí lo que al principio de esta columna no entendía.
Referente a la curiosidad de saber cómo le va a la vida de otros, es porque como ya sabemos de la nuestra, nos entretenemos enterarnos de sus detalles. Si son de famosos pues qué decir.
No comparto esta teoría, pero la verdad es así.