Una mordida en la Gran Manzana

PANAMÁ NI SABE (Y QUE NO SEPA).

Las ciudades son como las personas: todas se creen únicas, pero en verdad tenemos más rasgos en común que lo que quisiéramos admitir.

Miren por ejemplo Nueva York. La ciudad que nunca duerme. El imperio de los rascacielos y la capital del sueño americano. Estuve ahí por día y medio, en camino a mi próxima parada, tiempo que aproveché para pasar tiempo con una amiga.

Solo teníamos una hora, así que cuando me preguntó que qué quería hacer, la respuesta obvia fue ir a Time Square, un bloque de cuadras donde las enormes vallas luminosas encienden las calles de tal forma que las noches parecen mañanas.

Ahí hierve la quintaesencia de esta gran ciudad: turistas se mueven de un lado a otro como hormigas, taxis amarillos vuelan por las avenidas, hay tiendas de souvenirs, Sephora, restaurantes, vendedores de todas las nacionalidades ofreciéndote giras a la Estatua de la Libertad, y como símbolo del espíritu emprendedor de esta noble nación, el siguiente esquema de negocios: personas disfrazadas que te invitan a tomarte una foto, a cambio de dinero.

Yo lo llamo emprendimiento; otros le dirán tourist trap. Lo cierto es que son bien insistentes los condenados.

Se nos acercó una chica que pretendía ser Minnie Mouse, si Minnie Mouse estuviera atravesando por una crisis existencial y se refugiara en el alcohol. Le dijimos que no gracias, a lo que nos respondió que le diéramos “algo”.

Bueno, si así es la cosa, decidimos tomarnos la foto. Como por magia, descendieron sobre nosotros dos muñecos más, y no es para tirarles sombra ni opacar su brillo, pero sus máscaras me hicieron pensar en aquellas imitaciones que usan los asaltadores de banco.

Nos tomamos una selfie, par de fotos y de pronto los muñecos se desvanecieron. Vieron a la policía llegar, lo que me hace pensar que este esquema no es del todo legítimo. Pero no teman. Minnie volvió por su dinero. Sin embargo, no anticipé que se iba a convertir en Chucky cuando abrí mi billetera y le di un billete de $5.

“¿Nada más?”, me preguntó. “Bueno, pues sí”, le dije. “¿Qué tal si nos da $20 para los tres?”. 

Ustedes entenderán que por insistencia de Minnie Mouse, sacamos fotos con mi celular, con mi propia mano y de mí persona. Es que ni en Disney World he visto tanta osadía.

Allá un fotógrafo profesional te toma la foto (con una cámara Nikon o similar, no tu celular), te la imprime y coloca en un marquito todo cute y ni eso vale $20. Ah, y los muñecos son los originales, no estas imitaciones Made in China.

No sé por qué, pero me acordé de los bien cuidao del patio. Pero por lo menos a mí no me sucedió como alguien que me escribió por Instagram lo siguiente:

“Ten cuidado, que yo me tomé una foto con ellos y terminaron persiguiéndome por todo Time Square para que les pague (hasta se quitaron sus caritas de Mickey y Minnie)”.

Imaginar esta escena me sacó una carcajada y me doy de cuenta que los $5 valieron la pena.

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