el café con teclas
Entre hermanas
Venir de una familia numerosa es una bendición (en la mayoría de los casos). Cada persona en la mía tiene cualidades y cosas que las hacen marca registrada. Pero no voy a mentir. Del mismo modo tienen características que ocasionalmente me sacan de mis casillas.
Mi hermana menor, por ejemplo, es un pan de Dios; es mi amiga, confidente, mentora y ocasional alcahueta. Pudiera escribir un libro entero de nuestras andanzas. Es la persona a quien molesto para cosas triviales, como pedir opiniones, y la que sale al rescate en momentos de crisis, como la vez que se me inundó la casa. Para los demás es una persona noble, buena y querida por todos. Por eso la apodé “la bandera», porque todo el mundo la saluda. El problema es que no puedo ir con ella a ningún lado sin que cada persona que se atraviese en su camino le diga algo. No exagero cuando digo que un día nos estábamos marchando juntas de un evento, cuando paró a hablar con alguien que la saludó. Un minuto, cinco, diez… Mi paciencia es limitada, y yo ya estaba chasqueando mis pies en el piso. Cuando por fin terminó su tertulia, le pregunté: «¿Quién es esa señora?», y me contestó: «¡No sé!». Le dije: «¿Cómo que no sabes? ¡Acabas de tener una conversación de 15 minutos con ella!». Su respuesta fue: «No sé quién es, pero siempre me saluda, así que bueno…». Desde ese día ya no camino más adelante de ella. O camino al lado, o atrás. Ya no cojo chance de ir caminando, para voltearme y darme cuenta que estoy hablando sola, porque ella se quedó 20 metros atrás platicando con una desconocida.
Escribo de esto ahora, porque justo estoy en un avión viajando con ella. No conseguimos puestos juntas, así que yo estoy sentada en el 11E con un señor dormido de un lado, y una señora medio amargada del otro. Mientras tanto, mi hermana está en la 11F, hablando felizmente de Dios sabe qué cosas con sus vecinos de asiento. No distingo la conversación, pero hasta acá la escucho riéndose, hablando de ollas (¿?) y capto frases sueltas como «¡Qué bellas sus hijas!», y «Ay, ¡escuché que Venezuela es lindo!». La verdad, en momentos como estos, no puedo creer que seamos hermanas. Yo jamás me pondría a ver las fotos de hijos de extraños en un avión, ¡y mucho menos hacer una conversación de eso! En serio, ¿a quién le importa? De hecho, ahorita mismo tengo mis audífonos puestos para que nadie me moleste. ¿Será que por eso ella es la más querida y llevadera de las dos?
Me encanta como escribes y me divierto mucho leyendote, pero con lo que escribiste hoy no pude parar de reirme imaginandome a ariela hablando y viendo las fotos, es taaannnn Ariela!!!!
Te felicito por tu pagina, me encanta
Me encanta…me encanta…Es tan bueno el relato….
Jajajajajajaa, buenisimoo!!!
Es q Ariela es única! Por cierto que bellas están en la foto, mínimo en el HOLA! Así son las hermanas todas cortadas con el mismo cuchillo y tenedor pero cada una con sabores, texturas y delicias diferentes! Aunque siempreee tienen alguna sazón en común!
que buen relato!!!! muy bien escrito!! …Ariela es única! !!!! …me has hecho reir a carcajadaas!
pasenla rico
saludos
Gracias todas por leerme y comentarme! 🙂
Q ricooo tener hermanas y mas aun con corazon de oro!! Afortunadas las dos …. Sigue escribiendo sara que soy de tu fan club!!!
Sarita me encanta tu blog!!!
Sarita ! Te felicito, la verdad !!! Q nos sacas de la rutina y nos diviertes a la vez!! T.q.m
Lynda
jajaja quiero conocer a sarita!!
excelente!!! me encanto!!!
Me dio mucha risa este artículo; espero que no me tomes a mí de protagonista para el próximo!
No te puedo garantizar eso… Depende que se me ocurre en un momento dado, así que beware, Kari, jajaj…
Si..hay gente así, que logran rápidamente el click con otras, es digno de admiración…