Mi computadora permanece prendida 24/7. Como la uso a todas horas y para todo tipo de cosas, no vale la pena estar encendiendo y apagándola.

Así fue que hace un par de semanas, me senté en la mañana para escribir algo sumamente importante (bueno, en verdad, era para entrar a Facebook), y al abrir Explorer, la pantalla de repente se tornó negra y aparecieron un montón de letras blancas, amenazantes y tenebrosas. Yo no hablo el idioma de las computadoras, así que le tomé una foto al monitor y se lo mandé al programador por Whatsapp, para que me tradujera en español lo que aquello significaba.

No pasaron ni 30 segundos, cuando me llamó para darme las malas noticias. “Parece que se le dañó el disco duro”. Y con esas 8 palabritas, comenzó mi proceso de adaptación emocional ante esta gran pérdida.

Primero negación. “¡¿Qué?! ¡No puede ser! ¡Imposible! ¿Cómo se va a dañar mi disco duro? ¡Tengo todo, todo, TODO, ahí!”.

Después, la fase de la ira. “¡Voy a matar a alguien! ¡Chiquillos de porra! Seguro uno de los niños tuvo algo que ver con esto”. De nada sirvió que el programador gentilmente me explicara que no era culpa de nadie, que así es la vida, que son cosas que simplemente pasan. “Señora, es como un foco. Sencillamente un día se funde”. OK, con esa explicación, casi vierto un poco de mi ira encima de él también.

Luego vino la fase de negociación. “Por favor Joel, arréglame eso. Llévalo donde alguien. Pago lo que sea, hago lo que sea, ¡pero que me lo arreglen!”. Igualmente, comenzaron las llamadas, mensajes y diligencias para ver quién iba a ser el superman cibernáutico que salvara la situación.

Pasado eso, entré a la fase del dolor emocional, incrementada cada vez que me percataba de algo más que se fue con el disco duro. Artículos por publicar, fotos, videos, emails, archivos de Excel…  Casi lloro el día, como 2 semanas después, en que la muchacha me dijo: “Señora, se me acabaron las listas del súper. Necesito que me imprima más”.

Y finalmente, llega la fase de aceptación, en que hay que resignarse a que la pérdida es inevitable. Considerando que hace unos 10 años me pasó exactamente lo mismo, tal vez ahora sí aprenda a hacerle backup a la computadora. Aunque este episodio ya va para 2 meses, y aún nada…