¡El zapato perfecto no existe!

Ya busqué en mi closet, online y en el mall. Y para reconfirmar busqué en las páginas amarillas, porque dicen que si no está ahí, ¡lo que buscas no existe! El zapato perfecto es una leyenda. Algo así como el continente perdido de Atlantis o El Dorado. Muchos lo buscan, pero nadie lo encuentra.

Mi primer fling con los zapatos, fue en los tiempos de escuela. El reglamento escolar estipulaba zapatos negros. Antes de que empezara el año lectivo, mi mamá siempre me llevaba a la tienda Dorval, a comprarme unos zapatos Lomellino, hasta que un día le dije ‘no más’ a esos zapatos genéricos.  Así que durante las vacaciones, destinaba una buena parte de mi energía a buscar los zapatos negros perfectos, y por supuesto, el bolso que iba a usar ese año para llevar y traer mis libros. (¿Es de extrañar que hoy en día amo los zapatos y las carteras?).

¿Cuál es la fascinación de las mujeres con los zapatos? Les voy a decir. El zapato correcto puede hacer o romper tu look. Además, te puede hacer lucir más alta, más flaca, más linda e inteligente (estoy exagerando un poco, pero si te ves bien, vas a tener más autoconfianza, por ende te vas a proyectar con mayor seguridad, y por lo menos aparentar lo de la inteligencia…).

El problema es que si el zapato es muy bonito, probablemente no sea muy cómodo, y si son muy cómodos, definitivamente no van a ser muy lindos. En mi caso personal, no tengo ni un solo zapato que me lleve de la mañana hasta la noche, sin que tenga que quitarlo, aflojarlo o descansármelo en algún momento del día. ¡Ni uno! No importa si es un platform, flatform, ballerinas, stilletos o pumps. Si son cerrados, al rato me van a doler los dedos. Si son abiertos, me van a molestar en otro lado. Si son altos, terminaré el día con los pies destrampados, y si son bajos, me va a molestar el arco del pie. (La única excepción son las botas Uggs, que con su revestimiento interno de piel de oveja y lana, es como caminar con los pies envueltos en una nube. ¿Pero a dónde vamos a ir con botas en Panamá?).

Hoy en día hay zapatos esculturales, que parecen obras dignas de un museo (¡aló, Louboutin!). Han sido diseñados para lucirlos; no caminarlos, pues así como son de espectaculares, son traicioneros. ¿Cuántas veces no hemos salido impecables, regias de pies a cabeza, listas para conquistar el mundo, solo para regresar a la casa con los pies llorando?

Tampoco tiene que ver con el precio. Como una cruel ironía, a veces  los zapatos más caros son los más incómodos (¡aló Manolo y Jimmy Choo!).

Me da pena decir con qué tipo de zapatos he ido a Disneyworld en el pasado (eso fue un fiasco), y de ahí aprendí que a la hora de vestirse, hay que ser prácticos. Aún así, muchas veces me encuentro debatiendo entre moda y confort, pero por lo usual, moda gana…

Y así llego, nuevamente, a la conclusión que el zapato perfecto no existe. Pero mientras tanto, gozaré buscando.

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3 comentarios

  1. El zapato perfecto ? SI existe…es el que se dobla y se guarda en la cartera ,para las emergencias cuando tenemos que cambiar el asesino que tenemos puesto…el problema es, donde guardar el mastodonte que nos quitamos ???

  2. Es tan verdad Sarita no importa cuantos compremos ni cuantos tengamos en el closet el zapato perfecto no existe. Pero como tu misma nos ensenaste glamour ante todo.

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