No sé ni cómo pasó. Solo sé que tenemos años hablando de que algún día debíamos hacer un viaje, todas las amigas. En nuestras mentes ya habíamos viajado juntas a todas partes del mundo, sin haber siquiera pisado el avión. Eran puras palabras, y nada de acción.

Pero hace unas semanas, salimos a almorzar, y cuando salió el tema del viaje, igual que siempre, comenzamos con que si ir en Julio. No, mejor Agosto. Tal vez Septiembre… Hasta que una dijo: «Esos planes lejanos nunca salen. ¡Vámonos este domingo!». La primera reacción fue, «¡Estás loca! ¿Cómo así?», pues tenemos hijos, esposos, trabajos, clases, compromisos sociales y familiares. Pero mientras debatíamos si era factible y posible lograr esto en tan poco tiempo, una ya tenía el iphone en la mano, chequeando destinos y tarifas en copaair.com. La emoción se fue apoderando de nosotras. Escogimos la fecha exacta y comenzamos a planificar con entusiasmo. Mientras, la gente en las mesas cercanas, se volteaba a ver cuál era el alboroto…

Para hacer el cuento corto, algunas les pidieron permiso a los maridos; otras simplemente les avisaron del viaje, y en cuestión de 48 horas, ya teníamos destino escogido, y reservas de avión, hotel y carro hechas. La que no tenía visa para USA se movió para sacarla en tiempo récord, y la que vive en Nueva York, también se apuntó al plan.

Y fue así que una semana después, estábamos todas en el avión, haciendo relajo, comiendo rosquitas y tomándonos fotos, rumbo a Orlando. Parecía un viaje de quinceañera, salvo el detalle que en verdad este año todas celebramos los 40. Pero pensándolo bien, ¿hay algo más apropiado que Disney para festejar la amistad, los años y la vida?

Después de todo, somos amigas desde la infancia. Juntas hemos compartido prácticamente de todo. En la escuela, intercambiamos confidencias, aventuras y salidas. Celebramos nuestros logros y lloramos nuestros desaciertos. Claro, no faltaron las peleas, pero eso también es parte de la vida. Más adelante, cada quien encontró su camino. Brincamos juntas en nuestras bodas, celebramos nacimientos y otras alegrías. Nos dimos apoyo y palabras de aliento a través de enfermedades, retos, y momentos de prueba. Juntas hemos superado pérdidas, problemas de salud, financieros y matrimoniales. Y nunca, nunca, hemos estado solas.

Quién sabe, tal vez para el resto del mundo, nuestros t-shirts de 40 & Fabulous con los que nos paseamos por el parque, pudieron levantar sospechas de midlife crisis. Pero eso es imposible, porque seguimos siendo las mismas de siempre: la alborotada, la organizadora, la voz de la cordura, la fashionista, la sicóloga… Para mis hijos, somos unas «paquetas». «Mami, ustedes se las tiran de cool«, me dijo el mayor, y yo solo me río…

¡Qué bien que la pasamos! No es fácil viajar 11 mujeres juntas: Una quiere ir para acá, la otra quiere ir para allá. Algunas quieren ir al parque, otras quieren ir de shopping, y una está afanada que quiere ir a hacerse blower (¡adivinen quién!). Unas dicen izquierda, las otras dicen derecha. Hay quienes quieren ir en el carro con música a todo volumen, y las que prefieren silencio para poder conversar. Unas quieren almorzar bien y otras están felices comiendo helado. Reímos y gozamos como nunca, o mejor dicho, como siempre. Montamos montañas rusas, comimos paletas de Mickey. Le hicimos «Ole, ole» a cada persona que nos hizo el favor de tomarnos una foto grupal, y las selfies en cada esquina no podían faltar.

Ahora, no todo fue bueno, porque aunque sentimos que tenemos 20, los 40 nos tocaron la puerta un par de veces, como cuando a una se le bajó la presión después de haberse montado en Harry Potter, o las que al final del día no teníamos fuerzas ni para sentarnos a cenar. ¡Horror!

Pero en fin, los años pasan y algunas cosas cambian. Sin embargo, otras quedan exactamente igual. Y quedar por siempre amigas, es una gran bendición, que vale la pena celebrar.