el café con teclas
El placer en un tarro de pintura
Acabo de terminar de remodelar mi cuarto, lo cual me hizo recordar…
Cuando era joven, los sábados en la noche mi mamá no se iba a dormir hasta que yo regresara de mis salidas. A veces le ganaba el sueño, así que la muy viva se acostaba en mi cama, para que me tocara despertarla y avisarle cuando llegaba, y así poder someterme a su interrogatorio: ¿a quién viste? ¿con quién hablaste? ¿bailaste? Pero la mayoría de las ocasiones, cuando se abría la puerta del ascensor, yo era recibida por el sonido que emanaba de la casa de sofás siendo deslizados de un extremo a otro de la sala y me encontraba con mi mamá reacomodando muebles y poniendo fluffy los almohadones (a las 3:00 de la mañana). Algunas personas leen cuando están aburridas. Otras ven televisión. Pero mi mamá no: ella se entretenía decorando y reubicando enseres.
(La verdad sea dicha, los cojines y asientos en los sofás en casa de mis padres siempre están tan inmaculados, que lo piensas dos veces si quieres sentarte y desarreglarlos todos).
Pensé que el caso de mi mamá era aislado, pero después de una observación minuciosa, llegué a la conclusión de que es un desorden genético. Lo digo porque una vez fui a visitar a mi tía, y el flequillo de la alfombra persa de su casa estaba tan, pero tan perfectamente peinado, que por un momento me pregunté si mi tía le pondrá hairspray para que cada hebra se mantenga en su sitio.
Aunque yo no llego a esos niveles, sí admito que heredé un poco de esos rasgos. Por eso dejé de comprar revistas de decoración, porque es imposible hojearlas sin querer comprar un cuadro, un florero o una piscina.
Estoy pensando en todo eso ahora, porque hice algunos arreglos en mi casa y volví a experimentar la felicidad de estrenar un color nuevo en las paredes, y el placer de descubrir que el escritorio que lleva 6 años en un rincón, se ve mil veces mejor en el otro extremo de la habitación.
Así que decorar es una cura alternativa para la monotonía, un medio eficiente para desestresarse, ¡e incluso es buena terapia! A veces no tienes dominio sobre lo que pasa en tu vida, pero por lo menos puedes controlar dónde ubicas los muebles en tu entorno. Y en vez de pegarle a un punching bag, te desquitas mullendo los cojines con ganas. Reconforta, jajaja… Y lo más importante, renovar nuestros espacios, permite un poco renovarse a uno mismo.
Sarita so true . Siempre puedes expresar lo q uno piensa o siente pero a veces no lo Mira o no lo aprecia gracias a ti podemos ver el mundo y las cosas con otra perspectiva gracias