¿Adios, Prince Julian?

Por el último año he tenido un perrito en la casa. Lo inaudito es que a pesar de mi aversión a tener animales, este no lo trajeron mis hijos. ¡Este lo compré yo!

Era un domingo cualquiera, cuando uno de mis hijos me pidió que los llevara a Melo, a comprar un hámster para un proyecto escolar. Cuando llegamos, un cachorrito con cara de peluche me hizo las caritas más tristes que he visto en mi vida, del otro lado del vidrio. Cometí el error garrafal de exclamar en voz alta «¡Qué cosa tan cute! ¡Ese perrito está hermoso!». Cuando los niños escucharon eso, me confabularon entre todos, y en un momento de debilidad, lo compré (en retrospectiva, no sé ni cómo pudo pasar eso…).

Las primeras 48 horas fueron como traer un bebé nuevo a la casa. Todo el mundo lo quería cargar, abrazar, tomarle fotos y postearlas. Escogerle un nombre fue todo un suceso. Algunas ideas que se barajearon fueron Jimmy, Sparky, Gizmo, Mort y Dexter. Pero al final me impuse con Prince Julian, un nombre apropiado para un shitzu fino y distinguido como el mío. Era tanta la emoción, que hasta me fui online shopping y le compré ropa, ganchitos y una correa bien pretty para él.

Pero los problemas no tardaron en aparecer, y al par de semanas ya me había arrepentido: gemidos y ladridos a deshoras; tener que comprar diferentes marcas de comida de perro, hasta encontrar una que le gustara; encontrar «sorpresas» en la alfombra de la sala, en mi cuarto, en el estudio, la lavandería, etc. ¡De verdad no sé en qué estaba pensando cuando lo compré!

Pero lo peor, peor es cuando se enferma. Dios libre, y no estoy comparando, pero ya tengo mis manos llenas con mis hijos, como para encima de todo tener que velar por un perrito, y procurar que este TAMBIÉN se tome su medicina 3 veces al día, triturada en su comida… En el último año he expandido mi círculo de conocidos y lideado, de mala gana, con entrenadores, peluqueros caninos, veterinarios y demás. Ni hablar de cuando la muchacha me llama a decirme: «Señora, Prince Julian necesita comida» (o champú, spray antipulgas, perfume, o vitaminas…).

Descubrí que el vendedor de Melo me mintió, porque me había jurado que Prince Julian no iba a crecer mucho. «Sus padres también son chiquitos», me aseguró, y ahora Prince Julian pesa 3 veces lo que pesaba cuando llegó a mi casa. Y para acabar de rematar, el calor de Panamá no le sienta bien a los shitzu, así que debe permanecer con el pelo bajito. Y me pregunto, ¿cuál es la gracia de un shitzu rapado?

Hace dos semanas, llegué a mi casa una noche. Cuando estoy apagando las luces, antes de irme a dormir, me encuentro con la desagradable sorpresa que Prince Julian me había hecho una de sus trastadas en el sofá. Mi sofá fino, de seda, de la sala. (¡Puedo jurar que lo hace solo para fastidiarme!). Tuve que hacer un esfuerzo muy, muy grande, por contenerme y no reventarlo. Pero la realidad del asunto es que, aunque me pongo brava y digo que lo voy a botar / regalar / matar, abajo de todo eso tengo buenos sentimientos, y no soy capaz de hacerlo. Y la otra verdad es que mis hijos lo aman. Cuando veo cómo mi chiquitín se tira al piso para jugar con él, abrazarlo y besarlo, reconozco, también de mala gana, que tal vez su lugar sí es en nuestra casa. Así que aunque el vaso ya ha sido colmado y rebasado varias veces, Prince Julian aún permanece aquí.

Suscríbete

¡Recibirás mis artículos en tu correo electrónico!

¡No enviamos spam! Lee nuestra política de privacidad para más información.

Comparte más

2 comentarios

  1. Yo también tengo una shih tzu y es un amor, no me da ese tipo de problemas, es como una niña tranquila y juguetona. Al leer esto me doy cuenta de que he tenido suerte!!.
    En mi casa se ha convertido en un miembro mas de la familia y a menudo decimos que es como una personita. Tiene la capacidad de percibir cualquier cosa, si estoy triste sube a mi cuarto y se queda al lado mio quietesita, haciéndome compañía. La verdad es que son todo un show estos perritos. Saludos Sarita.

    • Te salvaste! No sabes el cargo de conciencia que me da, cuando pienso que todos los perros merecen una casa donde les tengan paciencia y les den amor. Pero bueno, lo que yo no le doy, creo que Prince Julian lo recibe de mis hijos. Gracias por leer!

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *