el café con teclas
Cuestión de costumbre
El ser humano se acostumbra a lo que sea. Créanmelo: A LO QUE SEA.
Parece ayer que mis hijos se burlaban de mí por no querer abandonar mi fiel, pero enclenque Blackberry, por un iphone último modelo. “Mami, ¡iphone es lo que es!”, me decían. “Y tiene mil apps”, añadían para rematar. Mi respuesta era: “No necesito un celular que me enseñe a cocinar ni jugar golf. Me basta con que haga y reciba llamadas, me deje chatear y tomar fotos” (ingenua yo).
Ahora que lo pienso, no sé cuál era mi lealtad al Blackberry. Después de todo, se dañó por lo menos 3 veces, borrando consigo todos mis contactos. Creo que mi temor primordial era escribir en una pantalla táctil, sin escuchar el clac, clac, clac, de un teclado normal.
Pero ya a la 4ta vez que se tildeó, más por despecho que otra cosa, decidí estrenar el iphone que me habían regalado 2 meses antes, y que permanecía archivado en mi closet.
Esos primeros días con el iphone fueron caóticos. Nada de lo que escribía, me salía como quería. En vez de “A qué hora nos vemos para comer”, era “a que hitra nps venia para xiner”, y locuras afines que parecían de un dialecto ruso. Era muy desesperante, y varias veces estuve a punto de estrellar el celular contra la pared, de la frustración que sentía. Y más para alguien como yo, que tengo la necesidad de respetar todas las normas ortográficas y escribir con tildes, puntos y comas en todo momento. Ah, y mayúsculas. Tampoco puedo escribir en el lingo de los chats. Eso de poner “grcs”, “k hay”y “xopa”, no va conmigo. Físicamente no puedo contenerme; tengo que echar para atrás y corregir los errores que veo antes de apretar “send”.
Pero de alguna manera, el empeño prevaleció, y ahí más o menos dominé el arte de chatear/escribir en un iphone. Y pienso que si pude dominar eso, puedo lograr cualquier cosa.
Cuando mis vecinos del piso de arriba empezaron a picar pisos para remodelar su casa, casi me vuelvo loca con la bulla. Pero como al cuarto día, mi cerebro ya ni registraba el sonido infernal de los taladros. A lo que quiero llegar es que todo es cuestión de costumbre, y con tiempo uno se adapta a lo que sea.
Pueden preguntarle a alguien que inició dieta y que juraba que no iba a aguantar ni dos días. O a hacer ejercicios. O alguien que empezó un trabajo muy competitivo y estresante. O la que rompió con su novio de toda la vida… Ya sea soledad, bulla, mala compañía, quehaceres tediosos, un ritmo acelerado o contar centavos, el espíritu humano es recalcitrante y no se deja subordinar tan fácilmente.
Nos acostumbramos en verdad a lo que sea… Por mi parte, me gustó tanto el iphone, que creo que no pudiera volver al Blackberry ni aunque quisiera.
Por lo del BlackBerry, No Comment….no cambiaría mi Z10 por ningún otro…y tengo IPhone también en mi número secundario, pero BB prevalece !!!
Si te quedaras sin BlackBerry, te acostumbrarías al iPhone! De todas formas, esta historia es una metáfora para ilustrar el tema 🙂