el café con teclas
El día que el tiempo se detuvo
Para el resto de la humanidad el pasado 24 de diciembre fue la víspera de una Navidad más. Para mí fue el día en que el tiempo se detuvo como un reloj de arena que se trabó.
A veces me da cargo de conciencia por el tiempo que dejo de pasar con mis hijos porque no puedo, o porque –siendo absolutamente sincera- no quiero. Si me insisten en que me van a enseñar a jugar Fortnite o me invitan a ver (de nuevo) una maratón de Campamento Kikiwaka, no estoy. Esto me pasa más con mi pequeño, quien a sus nueve años, todavía no se ha emancipado socialmente como sus hermanos mayores.
Por eso, cuando todos los demás hicieron planes para fin de año y supe que me quedaría sola con Gabriel por una semana, me entusiasmé con la oportunidad de pasar tiempo exclusivo con mi chiquito.
La expectativa: pasaríamos horas interminables jugando, riendo y gozando.
Ahora voy con la realidad: Las horas sí fueron interminables.
El 24 de diciembre no fui a trabajar. Era el primer día de nuestra aventura y lo íbamos a aprovechar. Pintamos piedras y les pegamos calcomanías, hicimos bolas de goma con un kit de experimentos, fuimos a cazar pokemones, y aprendí que Pancham “es un pandita que tiene como unas hojitas y quiere parecer rudo, pero no puede porque es muy adorable”, como me explicó mi hijo.
También me contó que Tapu Fini es de Alola, y que Tapu Bulu, Tapu Lele y Tapu Coco son de la misma región. Por su parte, Tapu Lele, es el líder y es una defensora tipo hada. “Cuando hace su campo cítico [quiso decir ‘psíquico’], hace que todos los movimientos tipo cíticos [o sea, psíquicos] sean 10 veces más fuertes, y eso le da ventaja en las peleas cuando alguien le tira un ataque como electrovoltio o voltio cruel”.
Y lo más importantes es que Clefable es la evolución final de Clefairy y Cleffa y “esos pokemones aman el amor”.
Ojalá mi chiquito le metiera tanta mente a los dictados de la escuela, como a la enciclopedia de pokemones que se memorizó, pero bueno, sigo…
Después lo llevé a comer galletas, vimos películas, coloreamos. Al finalizar esa maratón de entretenimiento, yo ya estaba lista para ponerme la pijama y decir hasta mañana. Solo que vi el reloj y eran apenas las 3:00 de la tarde. ¿Cómo puede ser?
Si hubiera querido hacer algo más, ya no sabía qué. ¿Leyeron el párrafo anterior? Hicimos de todo. ¡De todo!
Se me ocurrió ir a casa de mis padres, a que mi pollito visitara a sus abuelos. Fuimos, volvimos. Veo el reloj, eran las 5:00 de la tarde.
Cuando uno la está pasando bien, las horas se van volando, así que no entiendo por qué ese día, con tantas actividades y diversión, quedaron congeladas en el tiempo.