el café con teclas
El negociado de los retenes
Hola. Quisiera saber, ¿alguno de mis lectores es abogado o domina materias legales? Pregunto para que me ilustre si es normal lo que le sucedió a mis hijos el otro día.
Domingo de Super Bowl, 10:30 p.m. aproximadamente. Mis hijos habían observado el partido en casa de su papá, y una vez terminó, se dispusieron a regresar a la mía. El mayor, que ya tiene 18 años, licencia y cédula en mano, iba al volante. Dos de sus hermanos, menores de edad, iban con él en el carro. Todo iba bien, hasta que llegaron a un retén.
“Permítame la licencia”, le dijo el oficial. Después de revisarla, miró hacia atrás y pidió ver la cédula de los demás. Mi hijo le explicó que no tienen, porque son menores (algo que es obvio, pero bueno. Si me preguntan, esa fue la primera señal de una rebusca).
“¿Y dónde están sus papás?”, prosiguió, a lo que mi hijo le explicó que en la casa, a donde los estaba llevando, puntualizando que él es el hermano mayor.
“La ley prohíbe que menores de edad estén en la calle después de las 9:00 de la noche. Voy a tener que llamar a que vengan a buscarlos y llevarlos al cuartel”.
Este es el punto uno que quisiera que alguien me clarifique. Entiendo que la ley estipule que los menores de edad no pueden estar “en la calle” pasada cierta hora, ¿pero estar en el carro, con un acudiente mayor de edad, llámese mamá, hermano, tío o abuelo, se considera “estar en la calle”?
Mi hijo trató de resolver/explicarle, pero el agente argumentó que los menores deben tener su cédula infantil, y que estos, por no tenerla, con más razón se iban para el cuartel.
Este es el punto dos que me tiene dudosa. ¿Es verdad eso? Yo pensaba que la cédula infantil es un documento opcional, una alternativa a presentar el certificado de nacimiento a la hora de hacer ciertos trámites, como sacar el permiso de salida del país para viajar.
En este momento mi hijo grande ya estaba nervioso, y el de 13 años estaba asustado. Se les hizo claro que este señor lo que tenía era ganas de hacer su noche.
“Brother, si tú me ayudas podemos resolver esto”, le dijo este malandro disfrazado de policía, insinuando que quería un “salve”.
Me pregunto, ¿ya no hay ni una sola institución que no esté corroída por la purulencia de la corrupción? ¿Nadie que haga su trabajo por convicción, o al menos porque es lo que le toca, y no para ver qué es lo que saca?
¿En qué momento las personas que están supuestas a protegernos, se convirtieron en aquellas de quien tenemos que cuidarnos?
(Por cierto, esto fue en la calle que baja desde vía España, por donde está Hossana, hacia la cinta costera, por si algún directivo del tránsito quiere averiguar quién estaba en ese retén el domingo a esa hora, y botarlo por sinvergüenza).