el café con teclas
Gente tóxica
Hay todo tipo de personas en el mundo. Algunas que nos gusta tener cerca; otras de las que quisiéramos poder escapar. Yo prefiero ser de la primera categoría, pero no sé por qué hay tantas otras que insisten en plantarse firmes en la segunda. Después de hacer un sondeo y consultar con la gente a mi alrededor, llegué a la conclusión de que en algún momento a todos nos ha tocado lidiar con personas negativas o víricas, a quienes podemos categorizar así:
La envidiosa tipo 1: es aquella que no puede alegrarse por ti, ni por nadie, y ni siquiera hace el esfuerzo de disimularlo. Es la amiga frente a quien no quieres dar una buena noticia, no vaya a ser que te la sale.
La envidiosa tipo 2, mejor conocida como el torpedo: es un poco peor que la tipo 1, porque no solo no se alegra por ti, sino que busca la manera de empañar tu alegría. Por ejemplo, te sientes súper feliz en una ocasión especial, digamos la boda de tu hija, y tiene que venir esta con un comentario desatinado como «¡Ojalá que duren!», o algo menos venenoso pero igual de malintencionado como «¡Casi me compro el traje que tienes puesto!» (¿en serio iba a comprar el traje que estás usando en la boda de tu hija? I don’t think so…).
La montaña rusa: esta persona no es excitante ni divertida. Se llama así por lo que marea. Habla, habla, habla y prácticamente nada de lo que saca de su boca aporta algo a la humanidad ni es de tu interés. De hecho, no es del interés de nadie que conozcas.
La mezquina: no comparte datos, ni teléfonos, ni recetas, pero le encanta recabar información de los demás. Le pides la dirección de un almacén y te dice que se le olvidó dónde queda. Después de mucho averiguar encuentras el lugar ¿y con quién te topas? A tu supuesta amiga, la que no sabía cómo llegar.
La nube negra: aunque no llueva, su presencia es ominosa. Es la que cuando anuncias que estás embarazada, ya te está preguntando que para cuándo es tu cesárea.
El caballito de Troya: esta es la que te hace un comentario supuestamente bueno, en el que va escondido algo malo. «Wow, cuánto adelgazaste… Te ves chupada», «¿Te cortaste el pelo? No te preocupes, te va a crecer de vuelta», «Hermoso vestido, pero los zapatos no combinan», son tan solo unos ejemplos.
La infiltrada: se mete en todo, especialmente lo que no le importa. Asuntos, bochinches y hasta el novio ajeno.
No lo entiendo. Si puedes ser agradable, ¿por qué hay quienes optan por ser insufribles? Si todos tenemos el potencial de transmitir alegría, ¿por qué hay quienes prefieren provocar malestar? Es una lástima, porque ni la ropa más linda ni los perfumes más ricos pueden disimular la esencia de un mal corazón.
Buenisimoooo Sarita!!! Qué maneraaa tan especial de escribir!!!
Me encanto ! Comparto tu idea al 100 x ciento !