Hablemos del voto a conciencia

Falta un poco más de dos meses para las elecciones y le llevo la delantera a los candidatos y al Tribunal Electoral. Yo ya empecé mi campaña. No a favor de uno ni otro sinvergüe… digo, candidato, sino por la obligación que todos tenemos de votar a conciencia.

Ya van varias veces que escucho el comentario de “me gusta fulanito, lástima que no va pa’ ningún lado”. O “yo votaría por suntanito, pero no quiero botar mi voto. Mejor le voy a menganito”.

OK, yo sé que el voto es secreto, y aunque alguien diga que le va a Supermán o Kalimán, lo que ocurre en las urnas queda entre uno y la caja. Pero es igual de cierto que los torneos electorales involucran mucha estrategia, cual juego de ajedrez con fichas estimuladas con Red Bull y esteroides.

En las cinco elecciones que han pasado desde que saqué mi cédula, he votado de dos maneras: a favor del que quiero que gane, o a favor de cualquiera que hiciera que el que no quiero, no gane. ¿Me entendieron? (Eso sonó como a trabalenguas). Si no está claro, llámenme/escríbanme y les explico.

En la contienda de 2014 yo no tenía un candidato que realmente me inspirara. Por eso le confié mi voto al que tenía más chance de derrotar al que definitivamente no quería. O más bien, por el que yo creía que tenía mayores probabilidades de lograr esa hazaña.

Encuentro chistoso que al final ganó el que iba de tercero en las encuestas y el que menos gastó en su campaña. Me da risa que el día de las elecciones lo vi en mi centro de votación y todo el mundo taquillando y tomándose selfis, y yo ni me voltee a verlo, porque en ese momento fui yo quien pensó: “Este man no va pa’ ningún lado”. Y miren, como dice Rubén Blades, “La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida…”.

Pero nunca he votado por alguien que no me guste, solo porque piense que el mejor candidato a mi criterio no tiene posibilidades de ganar. Si todos pensáramos y actuáramos de esa manera, entonces ¿cómo pretendemos ver un cambio? Nuestro país espera y merece mucho más de nosotros.

En otras palabras, los insto a que votemos a conciencia. Contrario a lo que muchos me dicen, eso no es botar tu voto. Es ejercer una facultad en su mayor extensión. Estás diciendo que tienes criterio y eres libre, tan libre de actuar como este te dicta.

A pesar de nuestras deficiencias, los escándalos, las quejas y las decepciones que nos ha provocado la clase política, debemos estar agradecidos de que vivimos en una democracia.

Recordemos que ser parte del proceso electoral es un privilegio que debemos apreciar y ejercer. A conciencia.

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