La noche más larga

Hoy fue uno de esos días que empiezas más temprano porque tienes muchas cosas que hacer. Salí de mi casa una hora antes de lo habitual, pero no había ni cruzado calle 50 cuando sonó mi celular: “señora Sarita, le hablamos de la escuela. Su hijo está enfermo, para que lo venga a recoger”. Ayala. En ese instante escuché las alas imaginarias de mi agenda del día salir volando por la ventana.

Ya los últimos cuatro días los había pasado en ascuas con otro de mis hijos que estaba enfermito con uno de esos virus que te tienen rociando Lysol como psicótica y desinfectando las maniguetas de la casa con alcohol.

Cuando tienes muchos hijos y uno se enferma, es como pararte frente al muro de una represa y tratar de tapar un hueco con el dedo. Quieres hacer lo posible por contener lo inevitable.

Y ahora, mientras escribo esto, son casi las 4:00 a.m., ya son tres los enfermos, uno se acaba de dormir en mi cama y estoy pensando en la canción de los perritos. ¿Saben cuál? La de “yo tenía 10 perritos, yo tenía 10 perritos, uno se perdió en la nieve, solo me quedan nueve. De los nueve que tenía, uno se comió un bizcocho y solo me quedan ocho…”, porque es como si una plaga hubiera descendido sobre mi casa. ¡Ojalá que los demás salgamos bien librados y más nadie se contagie! Por eso los frascos de gel antibacterial por todas partes.

No falla. Cada año, cuando empieza la estación lluviosa, se extiende por todo el país algún tipo de cuadro que el pediatra llama virus, pero yo le digo peste. Cuando lo llamo para consultarle, no tengo ni que decirle cuáles son los síntomas. Me dice que así está media ciudad, y le creo.
En la tarde estaba dejando un sobre en un lugar cuando me llamó uno de los afectados para decirme que se sentía mal. Al escuchar mi conversación con mi hijo, la recepcionista me comentó: “¿tiene un niño enfermo? Así estuvo mi nieta el fin de semana. Hasta tuvimos que llevarla al hospital”. ¡Ay!

Estoy tratando de ver la cosa con algo de humor, pero tener los niños regados en casa, febriles, adoloridos, apachurrados y tristones no tiene nada de chistoso.

Por lo pronto trataré de ver si duermo un poco, mientras mando una pequeña plegaria al cielo para que esta semana se pase rápido.

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2 comentarios

  1. que terror, ojala se mejoren pronto tus niños. yo no tengo hijos pero me pasa igual si alguien se enferma en la casa de a milagro se salva uno de los que vive aquí porque los demás todos caemos a la muerte y es como estresante la impotencia de no poder hacer mas de 4 cosas.

    • Gracias Joselyn! Ya todos están bien, gracias a Ds. Pero esto es algo que no falla, todos los años! Cuídate y saludos 🙂

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