el café con teclas
La pelea de los domingos
De pequeñas mi mamá siempre nos inculcó a mis hermanas y a mí que debíamos hacer nuestra parte en las faenas de la casa, y ella era presta en recalcar que la ayuda de las muchachas que trabajaban con nuestra familia era exclusivamente para eso: ayudar con los quehaceres, no para hacer las cosas que nos correspondía hacer a nosotras mismas.
Así pues, era nuestro deber tener el cuarto ordenado, recoger nuestra ropa y dar la mano a la hora de la cena. Poner la mesa, servir y recoger los platos era parte de la rutina, al igual que cualquier otra cosa en la que pudiéramos colaborar.
Todo iba bien hasta que llegaba el domingo, en que las muchachas tenían el día libre. Mi mamá me mandaba a hacer mi cuarto, lo cual no era un inconveniente. El problema surgía cuando añadía: “Y cuando termines de hacer tu cama, ve a ordenarle el cuarto a tu hermano”.
“¿¡Qué!? ¿Por qué tengo que hacerle el cuarto a Joey?”, brincaba yo de una vez con indignación, repudio y rebeldía. “Porque él es hombre”, era la respuesta de mi mamá, como si eso me explicara algo. “¿Y acaso porque es hombre le faltan brazos o no le funcionan?”, le discutía yo. A lo que mi mamá se armaba de paciencia, como quien trata de hacerle entender lo obvio a un inepto. “El día de mañana cuando te cases vas a ser una AMA DE CASA, y va a ser tú deber tener tu casa impecable. Así que practica desde ahora. Y tu hermano es HOMBRE, así que cuando él se case va ser el deber de su esposa atenderlo, así que no discutas y anda”. (Santo cielo, espero que mis cuñadas no lean esto).
Aunque yo era medio rebelde y contestona, tenía la suficiente prudencia como para que no se me fuera la mano discutiéndole a mi mamá, así que me iba de mala gana al cuarto de mi hermano a recogerle sus regueros. Pero apenas él comenzaba en tono burlón con “estira mejor la sábana que te quedó arrugada” o “te faltó recoger mis medias”, le tiraba sus cosas de vuelta, me declaraba en huelga y me iba de vuelta para mi cuarto. ¡Y que nadie me dijera nada!
No sé cómo serían las cosas si mi mamá tuviera que criarnos de vuelta ahora, en esta época. Sí puedo hablar por mí y decir que soy mamá de varones, y no ando con esa doble moral. Que cada quien recoja lo suyo, porque nadie les va a estar recogiendo sus medias sucias del suelo ahora, y que no se vayan haciendo ilusiones de que van a tener una mujer haciéndolo más adelante. Y que levanten sus platos después de cenar, que ser colaboradores no los hace menos hombres. Al contrario, creo que van a ganar puntos extras con sus futuras esposas, ¡y quién quita que mis nueras me lo agradezcan el día de mañana!
Excelente todos debemos cooperar en casa
Buenisimo Sarita, asi es, todos deben poner su granito de arena, la època de las tareas no compartidas pasò a la historia. No puedo imaginarme a tu mamà mandàndote a arreglar el cuarto de tu hermano por ser hombre………
Siiii, así mismo era. Este relato es fiel testimonio a los hechos!!