Lo que amo de Panamá

El mes pasado, cuando se cumplieron dos años de las elecciones presidenciales, Facebook me envió una notificación diciéndome que tengo un recuerdo de ese día. Cuando abrí para verlo, me topé con una foto mía, cédula en mano, en la que se me notaba el orgullo de haber cumplido con mi deber y derecho patrio tras haber ido a votar.

Tristemente, ese día voté por el que consideraba el menos peor de los candidatos, pero igual fue una clausura feliz a una campaña electoral que fue desgastante y abrumadora en todos los niveles. ¿Se acuerdan del meme de Jack Sparrow huyendo de otros piratas con la frase “¡5 de mayo, llega ya!”? Hagan memoria, ¡porque así mismo fue!

Para estos días soplan aires diferentes. Primero, escándalos varios. Luego los papeles de la discordia y cuentas offshore. Y para rematar, listas y acusaciones sumamente serias que empañan la imagen de nuestro país y ponen a incontables familias en vilo. Justo cuando pensamos que ya escuchamos lo peor, ¡bam! nos sorprenden con algo nuevo.

Cuando manifiesto en voz alta que odio lo que está pasando en Panamá, alguien me responde que así de revuelto está todo el mundo. Pero eso a mí no me consuela. ¿Saben por qué? Por que no soy venezolana, brasileña ni ecuatoriana. Soy feliz y orgullosamente panameña, y siento que nuestro hermoso país, que se ve sano y robusto por fuera, está cultivando una terrible enfermedad, de esas que destruyen en silencio desde bien adentro.
Por eso hoy no voy a hablar de lo negativo y quiero aprovechar para exaltar algunas de las cosas que nos hacen únicos como país y grandiosos como gente:

• Nuestro sentido del humor. Me encanta cómo por un momento olvidamos las preocupaciones y nos unimos en risa con infames episodios como el de Reynaldo. Pasó una semana y aún me sigo riendo con los memes y el hashtag #PrayForReynaldo que siguen apareciendo por ahí.

• La creatividad de nuestra gente y la habilidad para convertir momentos bochornosos en oportunidades. Miren las ingeniosas publicidades de Magnolia y La Casa de las Baterías tras el incidente que menciono arriba. ¡Me parecieron cómicos y geniales!
• Que somos un país chico, cálido y unido. Hasta el “bien cuidao” me saluda por nombre.

• Nuestra gastronomía. Y no hablo de la cocina panameña que ha traspasado fronteras y cruzado continentes. Me refiero a esas cosas que nos endulzan el día a día, como el raspao rojo. No sé cómo se hace, pero puedes ir a cualquier parte del mundo y nunca vas a encontrar uno igual.

• Hablando de comida, ¿qué es una ida al interior sin parar por una empanada en Quesos Chela?

• Nuestro vocabulario y las palabras como ofi, xopá y awevao. No será pritty ni jat usarlas, pero aunque la RAE me regañe, son parte nuestra, pues más nadie habla así.

• La autenticidad de personajes que tenemos el orgullo de llamar nuestros, como Durán. Creo que no hay un panameño que no se haya henchido al ver la imagen del Cholo en Cannes o que no se haya reído escuchándolo hablar inglés, o creyendo que lo estaba haciendo. ¡Alora, lora, lora stars!

Como ven, habrá muchas cosas buenas que nos faltan y otras malas que quisiéramos botar. Pero lo que sí tenemos en su justa medida son estos destellos de grandeza que nos hacen tan especiales. ¡Eres grande y te quiero mucho Panamá!

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