el café con teclas
Los dos ángulos de una misma cosa
En el mundo existen tres tipos de personas: las que ven el vaso medio lleno, las que lo ven medio vacío, y las que algunas veces lo ven así y otras lo ven asá. ¿Alguien más está en la tercera categoría o soy yo la única con personalidades múltiples?
Y no es solo con los vasos. Es con absolutamente todo, en cualquier ámbito, reacción y categoría.
A veces estoy preocupada por alguna cosa. Una opción es bajar al gimnasio, con música buena resonando en mis audífonos a todo volumen, y sudar la ansiedad en la caminadora. La otra es ir a la heladería y llenar un vaso hasta arriba con todos los toppings que me quepan. ¿Se dan cuenta de la incongruencia entre una alternativa y la otra?
Otro ejemplo que me pasa a menudo: voy manejando feliz de la vida y se me atraviesa descaradamente un carro. En algunas ocasiones le pito, grito e insulto (claro que el atrevido mira para el otro lado y no se da por aludido), pero en otras sonrío amablemente y le cedo el paso. Después de todo, concluyo en mi cabeza con empatía que todos tenemos derecho a circular.
¿Quieren que siga? A veces enfrento dilemas existenciales. El plan A es repetirme una y otra vez que todo es para el bien y que no hay que perder la fe ni la esperanza. Pero cuando estoy de malas me digo qué carajos, no me importa nada y qué más da, si igual en 100 años nadie va a recordar nada de esto. Modo fatalista total.
Lo chistoso –o no– de todo el asunto es que me estoy refiriendo a la misma situación, pero hay días en que la percibo de una forma, pero en otros la veo totalmente distinta. Es como ponerte unos lentes polarizados: ves todo de otro color.
¿Será esta una condición genética, situación hormonal, estado de humor o idiosincracia de la personalidad?
No estoy segura, pero les digo, esto de ser humanos es bien complicado…