Teoría Vs. Práctica

Perdido entre mis cosas encontré un documento invaluable. Algo que aunque han pasado décadas y un poquito más, sigue despertando en mí un gran orgullo y sentimiento de logro: un examen de física de cuando estaba en sexto año de la escuela, en que me gané un 5, mi primera y única vez en haber logrado semejante hazaña.

Creo que muchos van a coincidir conmigo en que las materias como física, al igual que química, álgebra y todo lo que involucra números y ecuaciones, son difíciles. Más aún para alguien como yo, que es más amiga de las letras.

Todo segundo ciclo de la escuela fue una lucha mantenerme a flote en esas materias. Y en física básicamente estaba fracasada. Eso que yo era una alumna diligente y aplicada y sacaba buenas notas en todo lo demás. Pero esas asignaturas me costaban un montón. No me gustaban, no las entendía, y encima de todo me frustraba pensar que para qué me servirían en la vida.

Pero un día tuve un golpe de suerte. Por algún motivo falté a la escuela un día en que había un ejercicio. No sé si fue por falta de tiempo, pereza o lástima, pero cuando llegué a la escuela al día siguiente el profe me puso el examen de reposición y solo incluyó preguntas de teoría. Ninguna fórmula o ecuación para resolver o desarrollar.

Así fue como me gané mi primer y único 5, lo que hoy en día equivale a un 100.

Ahora me pongo a pensar en retrospectiva y trato de entender, ¿cómo si yo me sabía toda la teoría me iba tan mal a la hora de desarrollarla en la práctica? ¿Cómo dominando tan bien el material y sabiendo a la perfección el paso a paso de lo que había que hacer, me enredaba, confundía y tropezaba hasta el punto de fracasar?

Mmm, es un fenómeno muy similar a lo que podemos apreciar en el día a día de nuestras vidas. Después de todo, en “teoría” todos sabemos que hay que ser buenos con los demás, que mentir es malo y robar es peor. Que no debemos ser avariciosos ni creídos ni gritones, pero a la hora de la hora en que debemos poner esos conocimientos en “práctica”, trastabillamos y fallamos igual. Jugamos vivo, no damos chance al manejar, perdemos la paciencia con facilidad, le pasamos de largo a quien necesita nuestra ayuda, y estiramos la verdad, entre otras cositas que sabemos que están mal.

Para tener éxito en la vida, al igual que en la escuela, hay que dominar ambas cosas: teoría y práctica. Hay que ejecutar con
acciones y no quedarnos solo en palabras.

Parece ser que, después de todo, las lecciones que aprendemos en el colegio sí nos sirven para la vida. Incluso las de mi odiada física.

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