Un real aplauso

Estoy que brinco en un pie, con ganas de abrir la champaña. No me gané ninguna rifa. Tampoco la lotería. Me acabo de enterar de que la Real Academia de la Lengua Española ha aceptado la palabra top para su uso en español. ¡¡Weee!!

Antes de que me tiren un huevo, déjenme explicarles esto. Me tomo la ortografía muy en serio. Siempre lo he hecho. Soy obsesiva con las mayúsculas, minúsculas, tildes y la correcta puntuación. Y ahora que trabajo en un medio impreso, mucho más. Pero medio freaky y rebelde como soy, vivo en un debate perpetuo entre seguir las reglas y escribir bonito, porque no se confundan: no es lo mismo ni se escribe igual. Por ejemplo, seguir las reglas establecidas por la Real Academia es escribir oenegés. Escribir bonito para mí es poner ONG. Seguir las reglas es poner “pantalón de mezclilla”, cuando tengo que reprimir mis dedos para que no escriban jean, que no es una palabra en español. Claro, si se me va la palabra jean sin querer, o si trato de contrabandearla en algún escrito, la profa Edubenis, nuestra estimada correctora in situ, va a interceptarla y ponerla en itálicas o entre comillas por ser un anglicismo.

Es un fastidio. Short, backstage, look, cool, son palabras de uso diario que no son aceptadas por la RAE, pero que no tienen una traducción literal en español.
A veces me dan ganas de mandarle una carta a los estimados señores de esta notable institución. ¿Cómo así que la palabra accesorizar no existe? Para mí es la acción de colocarse accesorios. Pero no; no existe.

Otro ejemplo es glamur (aceptado por la RAE), en vez de glamour. ¿Quién quiere ser glamuroso? Cuando toca escribir esa palabra me preocupa que los lectores piensen que se nos cayó la o. Además, considero que sin esa letra la palabra pierde todo su encanto. Al igual que clic, palabra correcta, en vez de click, incorrecta.

Lo cual me lleva a mi siguiente punto de discordia: vivo también con el temor constante de que por seguir las reglas los demás piensen que estamos escribiendo mal. Eso ya me ha pasado. Los cargos en una empresa no van en mayúscula, y en cierta ocasión la gerenta de una compañía me dijo llena de asombro: “Sarita, ¡cuántos errores en la entrevista que me hicieron! Pusieron mi cargo en minúscula y no pusieron el nombre de la empresa en negrita”. Grrr, ¡qué rabia me da! Pero como dice Edu, hay que “hacer docencia”.

Yo sé que la RAE tiene un cargo muy importante como custodia de nuestra lengua. Si no fuera por ella, viviríamos en una anarquía lingüística y ortográfica. Y nadie quiere eso. Solo los exhorto a que consideren las palabras arriba sugeridas. Pero no me quejo; creo que con la palabra top anotamos un pequeño triunfo.

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