Ya sé por qué no gano…

Mi experiencia ganando cosas en rifas, tómbolas y sorteos es fatal.

Una vez me gané un abrelata eléctrico. Creo que no tengo que elaborar en la falta de emoción de ganarse eso. Otro día, me gané un cuadro. Pero había comprado el boleto con mi hermana, así que técnicamente ganamos las dos, y el cara y sello posterior que efectuamos para ver quién se lo quedaba, le dio la victoria a ella.

Y por último, está la vez que fui a un «Chinese Auction», en que uno compra una libretita con tiquetes y puede escoger en cuáles de múltiples rifas puede colocarlos. Ese día metí un tiquete en la rifa de un collar de perlas espectacular,  y otro, en un reloj deportivo, de esos que cuentan las calorías (no es que hago mucho ejercicio, ni que me interesa contar calorías, pero el tiquete que me sobraba solo me alcanzaba para eso).  Imaginen mi emoción cuando horas después me llamaron a decirme que gané. Lo primero que pensé fue «¡Ojalá no me haya ganado el reloj!», porque obviamente quería el collar. Pregunté «¿Me gané el reloj?», y mi corazón dio un brinco cuando me contestaron que no. «¿¿Qué, me gané el collar??», exclamé emocionada, pero me dijeron que tampoco. Entonces qué carajo me gané, si esas eran las dos únicas cosas en las que había participado. Ahí me informaron que me gané el premio de entrada… Una cafetera… Boo…

¡Odio gastar mi suerte de esa manera! Me da rabia, porque soy de la opinión que cada persona tiene un monto de suerte predeterminado, ¡y yo no me quiero gastar la mía en premios zonzos!

La razón por la que les cuento esto es porque cada año, cuando se aproxima diciembre, me digo que este es el año en que me voy a ganar algo, lo que sea, en la tómbola de Félix. No me importa ganarme el último premio; ¡bienvenido sea! Pero año tras año, nada… Y el 2013 no fue la excepción. La diferencia es que hace unas semanas, estaba haciendo limpieza en la tablilla de mi closet, en esa donde se van acumulando todos los recibos, papeles y chécheres que uno va sacando de la cartera, ¡y sorpresa! Aparecieron todos los tiquetes, sin llenar, que obviamente no llegaron a ver el interior de las urnas y se quedaron sin participar.

Así claro que no iba a ganar. Pero esto sirve como una metáfora apropiada para la vida. ¿Tienes un trabajo que odias? ¿Estás estudiando una carrera que no te apasiona? ¿Te sientes infeliz en tu relación? En la vida real, a veces debemos rifárnoslas y meter todos los «tiquetes» en la gran tómbola maestra. Sí, es cierto que tenemos más que perder que en la rifa de Félix, pero si ganamos, será en grande. Y a veces, ese es un riesgo que vale la pena tomar.

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