Mi suerte en las estrellas

Yo nunca creí en los horóscopos, de hecho me burlaba de ellos. Bah, me van a decir que la suerte es la misma para tooodas las personas que nacieron en el mismo mes. Pero eso cambió cuando comencé a leer los pronósticos zodiacales que Lita nos envía cada semana y que publicamos en esta revista. Era algo estrictamente laboral; estaba cumpliendo con mi deber de subirlos al sistema. Tengo que decir que cuando leí Virgo por primera vez quedé como el emoji de la boca abierta. Sentí que Lita y yo somos panas, que me conoce desde siempre, que sabe lo que me pasa, y que lo que escribió era expresamente conmigo. A partir de eso leo el horóscopo de todas las ediciones y hasta me fijo en los signos de gente que conozco, así como para ver qué hay en el panorama, cómo están los humores ajenos y qué nos depara la semana.

De hecho, hace poco adquirí la práctica de que, cuando publica la revista, arranco el horóscopo y lo pego en el mural que tenemos en la oficina para que el resto del equipo lo use de referencia. Es como tener una batería para la vida. Es importante saber que Mercurio va a iniciar su retroceso y que la luna llena de esta semana es favorable para unos, pero molestosa para otros. ¡Es bueno estar preparados!

Hablando con una amiga que es creyente en todo eso, me dijo: “Sari, deberías sacar tu carta astral”. Y aunque en otros tiempos me hubiera reído en su cara, le dije “¡Ok!”. ¿Por qué no? Estoy en una etapa en que todo lo que me ayude a navegar las olas de la vida, cualquier pista, atajo o salvavidas, bienvenido sea. No se pierde nada.

¡Pero, qué horror! Mi mamá no se acuerda a qué hora nací y así empezó un viacrucis que me llevó por cada recoveco de mi casa buscando resolver el misterio. Certificados de nacimiento, álbumes de bebé, llamadas a mi papá, pero qué va. Lo máximo que conseguí fue “naciste más o menos al atardecer”. ¿Al atardecer cuándo? ¿Antes de la puesta del sol? ¿Después? ¿Durante? Pero no, “más o menos al atardecer”, fue todo.

La cosa es que no he dado con la bendita hora, y me siento huérfana de asistencia astral. Me quedaré con las ganas.

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