Secreto de estado

¿No les ha pasado? Prueban algo que les gustó -llámese los brownies de la amiga, la ensalada de la vecina o el pollo con papas en casa de la suegra-, les parece rico, quisieran recrear el plato en su propia casa, piden la receta, pero les dan mil vueltas para no compartírselas.

La dueña original probablemente se esté riendo en su cabeza de la osadía que tienes TÚ de atreverte siquiera a SOÑAR que el secreto de un plato taaan especial vaya a ser compartido con una simple mortal como tú.

Me ha pasado. Así que si no me quieren dar la receta, por favor me lo dicen de frente, y no me la den mal a propósito. Gracias.

Esto va con la muchacha de mi hermana, que no voy a decir su nombre, pero rima con Mabelis, a quien un día le pedí la receta de sus hotdogs caramelizados, y me dijo que solo tenía que hervirlos en Coca-Cola. Lo hice una vez, y fue un fiasco culinario. Ni hablar de lo frustrante que fue, porque te sientes como inepta cuando una receta solo involucra hervir algo y ni así te queda bien.

Cuando la llamo y le cuento lo sucedido, me contesta que debe ser que no le puse suficiente Coca-cola. Ok, así que a la próxima le echo una lata más, lo dejo hirviendo una hora adicional, pero tampoco. Después de mucho insistir, fregar y coaccionar, me sale con “¿y no le puso azúcar?”. O sea, si de dos ingredientes que lleva el plato solo me dio uno, ¡se comió la mitad de la receta! Así que a partir de ese momento, cuando mis hijos quieren nuggets de casa de la tía Ariela, los mando a que vayan y se los coman allá, porque ya sé que si le pido la receta a “Mabelis”, vamos a terminar comiendo otra cosa.

¿Saben lo peor? Que en 1999 le di a mi hermana mi receta de la ensalada oriental con fideos fritos, y ella (y por ende “Mabelis”) la empezaron a hacer siempre, así que ahora la gente en mi familia conoce la receta como “la ensalada oriental de Ariela”. ¡Qué horror! La ironía del asunto es que esa receta no es ni mía ni de ella, ni de nadie que yo conozca. Vamos, que no somos Cuquita, así que nuestras recetas no las fabricamos nosotras, sino que las sacamos de libros de cocina comunes y corrientes. Nuestro único mérito es hacerlas y tener la gracia de que nos queden bien.

Esto me recuerda las infames galletas de chocolate chip de la señora Nestley Touloise (los que ven Friends van a entender esta referencia. Phoebe, temporada siete, episodio 149).

Vivimos en un mundo libre, así que cada uno tiene la potestad de divulgar o no las recetas que quiera. Pero si me piden mi opinión, la única circunstancia en la que considero que se justifica que no las compartas es si comercializas el plato por el que te destacas. Si vendo pecan pies, obvio que no vengas a pedirme la receta. Como es la gente, es posible que alguien me monte la competencia empleando mi propia receta.

Pero por lo demás, no sean mezquinos y compartan.

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