A través de la ventana

HISTORIAS DESDE EL BUS.

A los costados de la carretera y encima de las colinas se extendía esta felpa morada que yo admiraba desde mi asiento en el bus. De lejos parecía lavanda, pero no estábamos en la campiña francesa, sino en el terreno rugoso de Islandia.

El sol tímido brillaba entre las nubes, y en donde hubo cerros de nieve en el crudo invierno, ahora se erguían hermosos lupines.

En el verano, estas flores brotan por todo Islandia, pero curiosamente, no son nativas de este territorio nórdico de gran actividad volcánica y una topografía acorde.

Como tienen raíces fuertes, los lupines se trajeron de Alaska hace años para luchar contra la erosión de la tierra y mejorar la calidad del suelo. Este cometido se convirtió en una solución práctica… hasta que dejó de serlo.

Hoy en día los lupines superan a muchas especies autóctonas. Lo que antes era bueno y sigue siendo un hermoso espectáculo, ahora se considera invasivo y dañino, pues perjudica a la la flora local.

Aquella frase de que bueno es culantro, pero no tanto, me vino a la mente. Tenía razón el filósofo francés Auguste Comte, cuando proclamó que solo hay una máxima absoluta y es que no hay nada absoluto. 

También salió a flote en el mar de mis memorias, otra lección que me dio la naturaleza, años atrás. 

Tal vez recuerden la vez que estuve en Arizona, y la historia con los Teddy Bear Cholla, una especie de cactus tan tupida de espinas que parece un peluche. Por eso, recomiendan contemplarlos de lejos, porque incluso una brisa inocente puede desprender una espina y hacer que aterrice sobre un incauto que esté cerca.

Durante un paseo en ese viaje, la guía nos indicó que miráramos por la ventana, para apreciar los primeros cactus en florecer. Y ahí, con un vidrio de por medio y varios metros de distancia, me maravillé al ver un Teddy Bear Cholla, coronado con una llamativa flor. En ese instante no me pareció temible, pero hermoso. ¿O tal vez se puede ser las dos cosas a la vez?

Años después, esta vez en Islandia, recordé que no hay nada absolutamente malo ni completamente bueno.

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