Peleas entre hermanos

Mi cuñada y sobrinitos se fueron de viaje. Como mi hermano estaba solo, una noche fui a su casa para acompañarlo a cenar. Estábamos hablando trivialidades, cuando me preguntó “¿Te acuerdas de cuando éramos chicos?”. Digo, ¡por supuesto que me acuerdo! Para empezar, no soy tan vieja como para haberlo olvidado, y segundo, ¡qué momentos pasamos juntos!

Por ejemplo, las veces en que nos peleábamos y mi mamá nos prohibía hablarnos, y sucedía lo siguiente: Joey (mi hermano, 3 años mayor que yo) exclamaba en voz alta: “Alguien que le diga a Sarita que es una ahuevaa”, a lo que yo respondía: “Alguien que le diga a Joey que es un imbécil”, a lo que él respondía: “Alguien que le diga a Sarita que le voy a pegar”,  y así iban y venían los mensajes, hasta que Joey decía: “Alguien que le diga a Sarita que si quiere jugar Atari” y yo decía: “Alguien que le diga a Joey que OK”. Jajaja… qué tontos que éramos los dos. Y nos poníamos a jugar, primero sin hablarnos, después comentando el juego, hasta que él comenzaba a burlarse cuando yo perdía, y era cuestión de tiempo hasta terminar peleados de nuevo (y probablemente yo quedar llorando)…

La otra era cuando nos peleábamos (para variar), y mi mamá nos mandaba a cada quien a su cuarto, castigados, con la advertencia de: “¡Ahí se quedan! ¡No pueden PISAR afuera de su cuarto!”. Al principio era relajante no tener a mi odioso hermano molestando, pero al rato atacaba el aburrimiento… Nuestros cuartos tenían alfombra, y el estudio afuera era de mármol. La puerta de su cuarto y la mía estaban ubicadas perpendicularmente, como una L, por lo que con un poco de agilidad, podíamos pasar de un cuarto al otro, sin PISAR el estudio, y eso era lo que hacíamos, porque técnicamente, mi cuarto era una extensión del de él. El mío era mucho más grande, ya que era compartido con mi hermana, pero el de él era mucho mejor. Primero, porque nos tenía PROHIBIDO entrar ahí, así que cualquiera ocasión en que me invitaba era bienvenida, y segundo, porque tenía las cosas más retro y divertidas. La colección de Archie´s y otros paquines, juguetes y robots que mis padres le traían cuando viajaban a Oriente, y más adelante, la primera computadora que hubo en mi casa (ni hablar que él fue el único de mis hermanos en tener televisión en su cuarto).

También me acuerdo de mi muñeca, una que tenía un chupo en la boca, y que lloraba cuando se lo quitaban. La muñeca solo paraba de llorar cuando le introducían de nuevo el chupito en la boca. En esa época yo estaba atravesando la fase de “los muñecos tienen sentimientos”, así que cuidaba a mis muñecas y peluches como si fueran seres vivos. Por supuesto, cuando no habían adultos por el área, Joey gozaba quitándole y escondiendo el chupo de mi muñeca, haciéndonos llorar a las dos…

Qué tiempos fueron. Casi todos los días de mi infancia lloré por alguna maldad, travesura o tortura (como la de «el aire no es tuyo») que me hizo mi hermano. Pero igual, cada día fue único e irremplazable, ¡y no cambiaría ninguno!

Suscríbete

¡Recibirás mis artículos en tu correo electrónico!

¡No enviamos spam! Lee nuestra política de privacidad para más información.

Comparte más

5 comentarios

    • Es que se me iba a hacer muy laaaargo si me ponía a detallar las peleas con todos! Pero así tengo material para Parte II, III y IV de este tema 🙂

  1. Sarita, felicitaciones por tu blog. Muy simpático!
    Esta historia me la contó Joe una y mil veces.
    Lo que nunca supe era que fue el único de ustedes en tener televisión en el cuarto.
    La de «el aire no es tuyo» me la hace también a mí.

Deja un comentario