Estuve de viaje y voy de regreso a Panamá.

Como tengo fobia a que me deje el vuelo, llegué temprano al aeropuerto.

Estoy sentada en el lounge de United, y no tengo mucho que hacer. Ya me comí la galleta que traía en la cartera, respondí mis correos, y organicé la avalancha de cosas que me esperan mañana cuando amanezca de vuelta a la rutina.

Pero me llamó la atención la pareja que está sentada en frente mío. Calculo que ella debe estar en sus 70; él rondando los 80. No han parado de hablar entre ellos, hasta un beso se dieron, y ella le fue a buscar un vaso de jugo, del cual ella tomó un sip después.

Tengo ganas de preguntarle cuántos años llevan juntos. Si tienen hijos; tienen nietos. Y más aún, en esta época que casi nada resiste la prueba del tiempo, cómo han hecho para que su relación perdure. Y no de mala gana, pues veo parejas que llevan décadas juntas, pero casi no se hablan. Hay otras que a duras penas se aguantan.

… Así que me ganó la curiosidad. Ella se llama Charlene y llevan 43 años casados, aunque se sonrió cuando le pregunté y me dijo que siente que «We are still on our honeymoon».

Me contó de su vida y de su matrimonio, y cuando le pregunté cómo lo ha logrado, me respondió de una manera sencilla, pero que me llegó al corazón «I just love him… And I am lucky he loves me back». Luego añadió, «We have never taken each other for granted».

Qué lindo y qué suerte que después de 43 años todavía les quedan temas de conversación. Qué lindo y qué suerte que todavía le da gusto pararse de su silla para traerle una bebida fría a su esposo cansado. Qué lindo y qué suerte que aún disfrutan ambos de su mutua compañía, y aunque están jubilados y se mudaron a Hawaii, quieren seguir viajando juntos por el mundo.

Ya estoy en el avión… Ella me deseó suerte en mi vida; yo le desee suerte en la suya. Nos despedimos con un abrazo, y cuando vengan a Panamá, dice que me va a llamar.